Caracas 29 de julio de 2016

Cualquiera que haya leído a Maquiavelo sabrá que el título del artículo es un plagio tremendo a uno de los capítulos de su obra más excelsa: “El Príncipe”.

Este interesante manifiesto político goza de una aplicabilidad limitada y resulta confuso buscar satisfacer paradigmas actuales con lo escrito 6 siglos atrás. Sin embargo, haremos un pequeño intento de historia comparativa en su peor expresión, ya que el mundo dista mucho de lo que pudo ser la disgregada Italia del siglo XVI.

Lo primero que se debe notar de dicho capítulo son las dos formas de llegar al poder enunciadas por el autor. La primera es por las armas, es decir, por la gracia máxima del líder militar que gozó de destreza necesaria para conquistar algún principado. La segunda es por medio de la fortuna, que en este caso es visto como “suerte” de la providencia. Maquiavelo afirma que mantener un reino que fue adquirido por medio de la “suerte” resulta mucho más difícil que uno que fue adquirido por medio del mérito. Los motivos son obvios y considero innecesario señalar a profundidad, solo diremos que carecen de raíces sólidas que giren en torno al ídolo ya que su “fortuna” no le es propia sino que responde a algo –o alguien más-.

“(…) si sus instituciones no le sirvieron de nada, no fue falta suya, sino de una extremada y muy extraordinaria malignidad de la fortuna”.

Como dos ejemplos de su entorno, Maquiavelo utiliza a Francisco Sforza y César Borgia. El primero, con “gran talento” se convertiría en Duque de Milán. El segundo, el Duque de Valentinois, adquiriría todo con ayuda de su padre, el Papa Alejandro VI.

Sin embargo, ninguna de las dos formas de llegar al poder -según Maquiavelo- es mala. La diferencia esencial se debe a que, en la segunda vía, hay que gozar de gran destreza para mantener lo que no se ganó por mérito propio; nada que no tenga sentido. De hecho, Maquiavelo revela gran admiración por César Borgia que, según él, “(…) si sus instituciones no le sirvieron de nada, no fue falta suya, sino de una extremada y muy extraordinaria malignidad de la fortuna”.

Yendo a los tiempos modernos y a nuestra querida realidad, creo que se podría acordar que el Presidente Maduro adquirió el “Principado” por medio de la fortuna (suerte). Si bien compitió y ganó unas elecciones, la mítica aparición de Chávez el 8 de diciembre de 2012, catapultó a alguien que jamás había actuado en un cargo de elección popular. De hecho, Chávez hizo el eslogan: “Desde mi corazón” e incluso el canto de campaña: el himno del batallón de los bravos de Apure.

Ahora las preguntas quedan: ¿Ha sido Maduro un Príncipe hábil manteniendo el poder que le fue otorgado por medio de la fortuna? ¿Ha sido Maduro un buen Príncipe? ¿Si sus instituciones le fallan (referéndum) se deberá al caso de César Borgia: por malignidad de la suerte (precios del petróleo)? Le dejo al lector la reflexión histórica, cada quien es capaz de hacer su propia evaluación.

 

Nelson Totesaut Rangel

@NelsonTRangel

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