Caracas, 18 de noviembre de 2016

 

 

 

Mucho se ha escrito sobre aquel ex-candidato que da de que hablar. Es imposible no hacerlo, sus elocuencias antipolíticas suscitan aquel sentimiento que está lejos de ser sepultado: el fin de los políticos. Éste fenómeno preocupante, no es de derecha ni de izquierda, no es rojo ni azul. Esta figura enigmática es distinta a todo, ya que puede tildarse de lo que sea, todo menos de político.

El fenómeno Trump (de la antipolítica) no es nuevo en su totalidad. Algo similar se dio tiempo atrás en América Latina y la respuesta fue el surgimiento del populismo. Este populismo fue captado por corrientes políticas de izquierda, manteniéndose en manos de quienes se debía mantener: los políticos.

Trump representa el enigma en sí

El surgimiento de la izquierda en la región latina se da con el fin de la guerra fría (89). Con la excusa extinta de la amenaza soviética, los Estados Unidos (y los países fieles a Washington) pierden la justificación para cazar a cuanto signo rojo vieran por la calle. Entonces, los partidos socialistas pudieron respirar y el surgimiento regional conoce su auge en la época de los 90, alcanzando su plena apoteosis en la primera década del 2000.

Sin embargo, los políticos conservadores que alertaron este parto, lo hicieron con un temor premonitorio: sabían que iban a perder la hegemonía ejercida sobre el plano político, surgiendo la recomposición de la democracia.

En ese momento podemos decir que entró un segundo equipo al juego político moderno: la izquierda; la cual dominó el juego hasta que el desgaste (natural) del poder, la nueva crisis económica mundial y nuestro carácter inconformista, llegara a agregar a un tercer participante: el Empresario.

 En Estados Unidos, la antipolítica ha sido atajada por un jugador distinto, un jugador que no se encontraba en el field y jamás debió ser llamado al mismo. La bola la atrapó Trump y les hizo out a todos los demás jugadores –tanto a Republicanos como a Demócratas-, puesto es lo más parecido a un camaleón que se lanzó en camuflaje, y cuando su equipo lo quiso remover del campo, era demasiado tarde.

Este sujeto -ni de derecha ni de izquierda-, es un aventajado que se auto invitó, sabiendo canalizar el descontento por las viejas fuerzas dirigentes. La figura del tercer equipo no nos es ajena en la región, pasó en Chile, Argentina, Panamá, México, Paraguay, Brasil, entre otros países en donde se desgastaron ambos equipos, surgiendo este tercero, que nada tiene que hacer metido en un campo que no le incumbe. Esto creímos imposible que se diera en Estados Unidos, ya que el bipartidismo tiene una fuerza arraigada a la sociedad. Sin embargo, en una sociedad carente de izquierda (y capitalista al exceso) era imposible alguna otra alternativa ante este sentimiento universal.

Ahora, el Presidente Trump, quien representa el enigma en sí, un verdadero misterio eleusino (puesto es un centrodelantero jugando como Bateador designado), seguirá dando mucho de que hablar. El híbrido gringo, hijo del descontento, podría generarse como la nueva corriente de alternabilidad dentro del sistema mismo. Con esto no ando pregonando el fin del bipartidismo norteamericano, sus instituciones son muy sólidas para que eso ocurra, pero si una recomposición de las fuerzas que obligue a adaptarse para sobrevivir a la nueva realidad nacional. En contraste con esto, tenemos a América Latina, en donde si se dio la transición completa. Por lo que podríamos pensar que, habiendo más de una opción verdaderamente política, las fuerzas recobrarán su balance y retornarán a sus equipos designados

 En fin, el misterioso Trump, que entra a la Casa Blanca literalmente como un “aprendiz”, promete una Presidencia enigmática, es por ello que este reality show no nos lo podemos perder.

 

Nelson Totesaut Rangel

@NelsonTRangel

ntotesaut@sincuentol.com