Caracas, 24 de marzo de 2017
Hoy en día tenemos una falta de globalización política, en donde los países buscan aislarse del mundo, cerrando sus fronteras, y siendo indiferentes ante los acontecimientos fuera de lo local.
Meses atrás escribía que extrañaba un mundo en el cual no viví y me hubiese gustado vivir. Hoy sostengo la misma idea. Y, a propósito de la conmemoración de los 70 años del inicio de la guerra fría (y/o de la doctrina Truman), considero pertinente recordar lo que significó aquel momento para la historia de la humanidad.
Churchill llamaría: “guerra innecesaria” (1939-1945) a la segunda de escala mundial, ya que consideraba que la misma pudo haber sido evitada y, no obstante, fue en donde murieron más personas a manos de tan pocos. Esta fue la guerra previa a la que conmemoramos hoy, la guerra fría (1945-1989), la cual da paso a una estabilidad universal que fue un ideal de status quo. “La buena guerra”, como le llamaría Lawrence Freedman, tenía a los beligerantes claros y el mapa conceptual ideológico bien establecido. Esto, sin duda, es mucho más a lo que se puede aspirar hoy.
Esta guerra redefine las relaciones internacionales, abriendo paso a la verdadera globalización política. Los conflictos no eran aislados, cualquier tensión “en caliente” -como lo fue Vietnam, Corea y Afganistán- afectaban al orbe en su totalidad. El temor constante mantuvo vivo el problema, distante de la indiferencia que impera hoy, post-guerra fría, frente a los conflictos armados fuera de casa.
Prevaleció el interés común por la supervivencia de la raza humana puesto mundo de aquel entonces no tenía un motus bélico, sino una rivalidad competitiva entre dos modelos (capitalismo y comunismo soviético) que, según Freedman, “podían sobrevivir y hasta florecer sin tratar de destruirse uno al otro”. Incluso, luego de que la URSS alcanzara a los EEUU en su paridad nuclear, la buena razón se hizo de las diplomacia (o vice-versa), recordando siempre la advertencia de Einstein, quien decía que la guerra después de la siguiente se celebraría con palos y piedras.
Lamentablemente el fin del bipolarismo (1991 con la desintegración de la URSS) dio paso al actual confuso abanico pluripolar. Desestabilizando el plano y creando enemigos difusos por doquier, los cuales parecen no querer lograr aquella “coexistencia pacífica” que prevaleció, según Jruschov, durante la realidad previa.
Corea, por ejemplo, es un conflicto no resuelto de la guerra fría que presenta una constante amenaza nuclear. Hace unas semanas incrementan las tensiones debido al lanzamiento de misiles que terminan aterrizando en el mar de Japón y, pese a que China busque mediar el apuro, el líder norcoreano no parece ser del todo dialogante.
¿Hoy qué tenemos? Una falta de globalización política en donde los países buscan aislarse del mundo, cerrando sus fronteras, y ser indiferentes ante los acontecimientos fuera de lo local. Este resurgimiento del nacionalismo es preocupante. Ya lo vimos en Inglaterra con el Brexit y en EEUU con Trump, ahora empiezan a surgir fuertes focos en Francia, Países Bajos, España, entre otros, que buscan acabar con la conformación europea, la cual tuvo en sus inicios la pretensión de consolidar un bloque aliado bajo la misma tónica bélica de aquel mundo bipolar.
Estos sentires patrios son preocupantes. No podemos olvidar al Macarthismo en EEUU, el cual resultó en atropello terrible contra todo emigrante que se encontrara en ese país. Incluso, el cómico y cineasta Charles Chaplin quien fuera expulsado bajo el pretexto del comunismo. Pero si nos vamos a consecuencias más graves, tenemos la actuación de un radical de nombre Gavrilo Princip, quien le quita la vida en Sarajevo al Archiduque Francisco Fernández; evento que detonaría la Primera Guerra Mundial.
Extraño ese mundo bipolar en donde, como recordaba Bill Clinton, la certidumbre debemos de echarla de menos. La humanidad demostró que, incluso, en su más elevada contingencia ideológica podría prevalecer la razón sobre las pasiones. De ejemplo tenemos la crisis de los misiles, la cual fue resuelta (contrario a lo que Cuba quería) entre soviéticos y estadounidenses; ya que si nos hubiéramos dejado llevar por la irracionalidad que hoy impera, probablemente estaríamos viviendo en un mundo irradiado, producto de la llovizna de ojivas nucleares.
Nelson Totesaut Rangel
@NelsonTRangel
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