Caracas, 7 de mayo de 2017
Érase una vez un Presidente de gran contextura y simpatía. Era una persona muy rutinaria: todas las mañanas se levantaba bien temprano para leer las noticias que le mencionaban. Siendo la mayoría negativas a su persona, su equipo, se encargaba de depurarle un recuento que no hiciera más que vanagloriarle. Luego, se desayunaba pesado: 2 arepas bien resueltas en compañía de todo su rebaño; quienes servían de grandes asesores en materia política y económica. Éste “cónclave”, como le gustaba decirle, le respondía con pocas consignas al mandatario; siendo una de las más famosas: “estamos mal pero vamos bien”.
El Presidente se aburría con frecuencia. Pasaba sus tardes manejando por las barriadas del pueblito. Saludaba, cantaba, tocaba tambores y hasta bailaba salsa. De hecho, la salsa, era su máximo placer, componía melódicas acompañado de todo el cónclave, el cual bailaba al son de su genialidad.
No obstante, un 11 de diciembre, el Presidente tuvo una brillante pero macabra idea. Motivado por su gran aburrimiento, gritó frente a todos los habitantes: “¡Por ahí se va el billete de 100!”. La gente, en pánico, no sabía que hacer. Vivían en un país en donde las transacciones eran realizadas en efectivo, por ende tuvieron que correr a bancarizar sus ahorros, tomando en cuenta de que existía un día bancario y un fin de semana de por medio. Nikito, como también le decían por cariño, rió de los habitantes. Su plan había sido tan genial que cumplía exactamente su objetivo: entretenerlo. Entonces volvió, 4 días después, el 15 de diciembre, a exclamar: “¡Por ahí se va el billete de 100!”; ahora dando un plazo de 10 días más. Se sentía cierto alivio por la extensión concebida, así podían concluir el proceso y esperar a que llegara susodicho día.
Ya sin dinero en mano, los habitantes del pueblito, buscaban como sobrevivir ante una economía sin moneda en efectivo. Tuvieron que inventarse de todo: desde pagar con letras de cambio, hasta con promesas de buena voluntad y compromisos de transferir luego. Nikito se regocijaba de alegría al ver la reacción de las personas cada vez que anunciaba su idea. Así mismo, el 18 de diciembre, decidió nuevamente: “¡Por ahí se va el billete de 100!”; ahora dando hasta el 2 de enero.
Los habitantes empezaban a mostrarse un poco escépticos al respecto. Pensaban que su Presidente les podía estar tomando el pelo. Sin embargo se prepararon para aquel día, nadie teniendo papel moneda encima. Nikito se dio cuenta de la apatía general, ya no era tan divierto seguir con el mismo chiste. Sin embargo, el 29 de diciembre vuelve a anunciar: “¡Se va el billete de 100!”; esta vez el 20 de enero.
A este punto se evidenció que nadie le creía; la gente siguió haciendo uso del dinero a sabiendas de que nada iba a ocurrir. Llegó el 15 de enero y el Presidente percató que nadie hacía caso a su advertencia. Furioso por su poca credibilidad, busca hacer todo lo posible para en verdad sacar de circulación el mismo. Consulta con al cónclave, quien le asevera que es imposible sustituir el billete en tan poco tiempo. Entonces se ve obligado, una vez más, a advertir: “¡Se va el billete de 100!”; esta vez el 20 de febrero. Y ahora si con toda la intención de sacarlo para que la gente aprendiera a hacerle caso.
Llegó el 20 de febrero y la tarea fue imposible. El cónclave le dice a Nikito que necesita de más tiempo. Frenético tiene que volver: “¡Se va el billete de 100!”; esta vez el 20 de marzo. El juego dejó de serle divertido ya que nadie le creía. La gente sigue haciendo su vida con el papel moneda, no obstante lo que diga el Presidente.
Ministros han ido y venido, nadie logra saciar el improvisado capricho de Nikito. Pasó el 20 de marzo y el billete siguió siendo aceptado. Tres días después anunció: “¡Se va el billete de 100!”; ahora el 20 de abril. Pocos lo escucharon y nadie le hizo caso. Sus anuncios eran en vano, era muy tarde para que alguien lo tomara en serio. Frustrado, por lo que empezara como un juego y ahora una pesadilla, Nikito aprendió su lección. Y, por su parte, los ciudadanos están alerta, porque saben que por ahí se aproxima el día, se aproxima el lobo.
@NelsonTRangel
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