Caracas, 10 de septiembre de 2017
Me decía un amigo, días atrás, que la instauración de la Asamblea Nacional Constituyente no había traído consigo ningún cambio. Todo seguía igual: inseguridad, escasez e inflación. Nuestras tres Marías; el calvario de cada día. Sin embargo, difiero con su argumento. Un mes ha transcurrido desde que tomó posesión la ANC y, en tan poco tiempo, podemos decir que vivimos en otro país.
En ningún lado se visualiza que el organismo pueda atentar contra la misma constitución preexistente y los poderes constituidos bajo su seno
El fin de la protesta
Es evidente que la ANC poco ha hecho, de manera directa, para restaurar el orden cívico. No obstante, su llegada marcó el tajante fin de un ciclo caótico que duró 4 meses, y saldó más de 100 muertos. Nadie entiende bien cómo, pero ocurrió. La protesta se esfumó al segundo que entraban los nuevos diputados al Palacio Federal Legislativo. No en vano. La lucha de la oposición se dio bajo la premisa de detener el proceso constituyentista; y no más allá. Fue la limitación que ellos mismos se impusieron: concentraron todos los esfuerzos para impedir que llegara ese día, ignorando que después seguiríamos teniendo país.
La desilusión fue bien aprovechada. Desmoralizados los opositores, el gobierno se hace de las triquiñuelas políticas para adelantar (por medio de la ANC y no del CNE, como es debido) un proceso electoral que ya se había retrasado más de un año. ¿La técnica? Celebrar elecciones cuando el panorama me sea más conveniente; es decir, lanzarme al agua sabiendo que los demás nadadores se encuentran lesionados. Así cualquiera.
El aislamiento consolidado
Resulta más fácil enumerar cuales son aquellos países que aún apoyan al gobierno venezolano, que empezar por la interminable labor de nombrar a los que no. Venezuela está aislada. No solo por un imperio que impone sanciones a diestra y siniestra; sino también por el resto del mundo. Parte de esto gracias a la misma ANC. Los demás países advertían que su instauración sería un paso en dirección contraria en el entendimiento de los venezolanos, es por ello que no la apoyaban. Pues hoy tenemos Asamblea, odio y polarización para rato.
La constitución y la Asamblea
El verdadero pretexto de la neo Asamblea es la redacción de una constitución. La que vivimos en el año 99 duró tan solo 6 meses en esa empresa. Tiempo bastante corto, considerando que debían de partir desde cero, ya que la constitución del 61 iba en contra de los nuevos ideales que se querían instaurar. Hoy, con una constitución que, en teoría, no se quiere eliminar, sino, más bien, “ampliar”, se establece un plazo de dos años. Es decir, la Asamblea se encargará de promover leyes de todo tipo, en vez de enfocar sus fuerzas en el pretexto que les compete: una carta magna.
Las atribuciones suyas están bien explicadas en la misma constitución. El artículo 347 reza su razón de ser: “(…) transformar el Estado, crear un nuevo ordenamiento jurídico y redactar una nueva constitución”. No obstante, fallo en ver en dónde se le atribuye su pretendido carácter “supraconstitucional”. El artículo 349 es el que parece servir de justificativo para su desenfrenado actuar: “Los poderes constituidos no podrán en forma alguna impedir las decisiones de la Asamblea Nacional Constituyente”. No obstante, la correcta interpretación del texto constitucional es proteger a la ANC de una decisión que le afecte mientras hace su labor. Es un mecanismo de defensa, más no de ataque.
En ningún lado se visualiza que el organismo pueda atentar contra la misma constitución preexistente y los poderes constituidos bajo su seno. Basta con leer el artículo 333 para entenderlo: “Esta Constitución no perderá su vigencia si dejare de observarse por acto de fuerza o porque fuere derogada por cualquier otro medio distinto al previsto en ella”. Es decir, un Poder Legislativo no puede ser conducido por una Asamblea distinta a la que le compete su administración. Empero, este mes constituyente nos ha demostrado lo terriblemente interpretativo que puede llegar a ser el derecho constitucional. Dejando que la Asamblea absorba potestades de los demás poderes, distrayéndose de su verdadera labor: redactar una constitución.
@NelsonTRangel
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