Caracas, 11 de marzo de 2018
Resulta ingenuo creer que vivimos en un mundo democrático. Con esto me excluyo de hacer referencia a los países que son unas autocracias confesas; e incluso a los que se encuentran en el clóset. Me quiero enfocar en las democracias que lideran los rankings de “libertad”. Aquellas mismas que se la pasa publicando Freedom House en donde evalúa el grado democrático de los países y los premia con una calificación de colegio. Esas, las abanderadas de la moralidad, se jactan de poseer la mayor legitimidad. Alegando que su mandato emana del pópulo, y de nadie más.
Para desmontar lo anterior existirán miles de ejemplos. Solo pretendo enfocarme en uno de ellos: el TRIPS. Esas siglas en inglés responden al Acuerdo sobre los Aspectos de los Derechos de Propiedad Intelectual relacionados con el Comercio, el cual es uno de los numerosos acuerdos que los países tienen que suscribir si quieren pertenecer a la Organización Mundial del Comercio (OMC). El mismo, que pretende universalizar el régimen de las patentes, marcas registradas, secretos empresariales, copyrights, etc. Debe su origen a las empresas transnacionales, y no precisamente a los gobiernos. De hecho, de acuerdo con Susan Sell, los actores corporativos de los Estados Unidos son responsables directos del acuerdo TRIPS. Sin ellos este mismo no existiría.
IBM, Monsanto, DuPont, Pfizer, Johnson & Johnson, General Motors, Hewlett-Packard, etc. Constituyeron el Comité para la Propiedad Intelectual en 1986, el cual tenía como objetivo impulsar su agenda en dicha materia. Jacques Gorlin, un comisionado de IBM, redactó un borrador sobre el acercamiento que se le debía dar a la Propiedad Intelectual. Para sorpresa de nadie, en el año 1988 se conoce el Marco Básico sobre la materia, el cual, según el mismo Gorlin, compartía 95% de lo que él había escrito. Es decir, el sector privado conseguía casi todo lo que quería, dejando por fuera ciertas puntualidades sobre el tiempo de transición al TRIPS.
Con esto resulta evidente el acceso de las grandes empresas al policymaking. La OMC agrupa a prácticamente el globo entero. Ciento sesenta y cuatro países forman parte de la misma, y todos ellos han de obligarse a un tratado que redactaron las transnacionales estadounidenses. Esto no es una teoría conspirativa, el mismo Gorlin admitió en aquellas reuniones que los temas de propiedad intelectual eran “muy importante para dejarlos en manos de los gobiernos”. Gobiernos que -a diferencia de estas empresas- son producto, en su mayoría, de la voluntad popular.
El problema con esto es que cuando una corporación se encarga de redactar leyes, lo hace pensando en sus intereses. Las compañías farmacéuticas, por ejemplo, son de las que más ojo le meten al TRIPS. En países no desarrollados (sobre todo en África) el acceso a las medicinas esenciales representa un problema de vida o muerte. Las patentes elevan muchísimo los precios de la medicación para luchar contra condiciones severas tales como el SIDA. Si estos países pudieran producir sus propios genéricos, este problema se podría aliviar. Pero (y otra vez para sorpresa de nadie) los Estados Unidos es el país que monitorea más el tratado TRIPS. De hecho, anualmente formaliza más denuncias que el resto de todos los demás países juntos.
Pese a esto, la doble moral estadounidense pareciera no conocer fin. Para el año 2001 se dieron los ataques con Carbunco (ántrax) y se disparó una crisis de salud en ese país. Incluso se llegó a pensar que el Presidente de entonces, George W. Bush, había sido contagiado. Para esto se necesitaba de ciprofloxacina, un antibiótico sobre el cual Bayer poseía la patente, y cuyo precio por pastilla era casi $2. Los Estadounidenses rehusados a pagar eso, amenazaron con crear genéricos violentando el acuerdo TRIPS. Y, como nadie puede meterse con los Estados Unidos, Bayer tuvo que reducir el precio a 95 centavos (p/p) y acceder a venderles 100 millones de tabletas.
Como conclusión, podemos decir que vivimos en un mundo poco transparente: no sabemos quien manda, ni tampoco quien cumple las reglas.
@NelsonTRangel
nelsontrangel@gmail.com