Caracas, 22 de abril de 2018
La justicia es un término difícil de esclarecer. Evidentemente, será de justicia un acto que se apegue a la legalidad; pero, más aún, será justo un acto que no pueda ser condenable por algún tribunal moral. Entonces, si actúo sin consecuencias, nadie podrá decir que lo he hecho en contra de la justicia. Y, en caso de que alguna voz se alce en contra de la injusticia de mi actuación, de poco valdrá si no viene acompañada con una sanción que la respalde. Es por ello que la justicia existe sólo si es efectiva; de lo contrario, estaremos ante meros pretextos.
John Rawls, filósofo estadounidense, dice que la única forma de valorar la “justicia” será despojándonos de los sesgos sociales. Los más relevantes: el miedo y la inseguridad que solemos sentir al momento de ponderar un acto como justo. Para lograr esto, debemos de ponernos el “velo de la ignorancia”, es decir, ignorar por un momento nuestro papel en la sociedad, y, sólo desde esta posición, podremos ver si un acto es realmente justo.
(…) la lucha por la justicia ha de hacerse en el plano de ella misma, llevándola en los actos, y no sólo en el mero discurso.
Lograr colocarse el “velo de la ignorancia” resulta imposible. El humano, por naturaleza, parece incapaz de situarse en la posición del otro, para así poder elegir racional y justamente. De aquí nacen las injusticias. Ya que condenamos con ojos ajenos, sin despojarnos de nuestra condición y sin poder adoptar la otra.
Pese a que Rawls parece un idealista utópico, su teoría resulta muy interesante para las valoraciones políticas. El ataque de los EE.UU. y sus aliados a Siria ha sido foco de valoración ética en los últimos días. Muchos países se han pronunciado a favor de los periplos estadounidenses contra suelo ajeno, mientras que otros han condenado dichas maniobras. No obstante, ninguno pareciera colocarse el “velo de la ignorancia” al momento de determinar si dicha incursión militar fue, al menos, de justicia.
Fácticamente podemos decir que los EE.UU. actúan con total impunidad a nivel mundial. El ejecutivo de aquel país hizo de las suyas ignorando por completo la posible aprobación del Congreso, del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas y de la Comunidad Internacional. La soberbia gringa actúa por si sola. No requiere de aprobación alguna para maniobrar, ya que posee un concierto internacional que parece apoyarle en cuanta barbarie incurra.
La Unión Europea, ha demostrado nuevamente estar al servicio de ellos. Por un lado, condenan cualquier violación a la legalidad internacional (incluso, por más pequeña que esta sea) pero, por el otro, lo respaldan cuando proviene del norte de América. ¿Imagínense ustedes si el acto habría emanado de China o Rusia en suelo aliado? Probablemente la comunidad tomaría lado en la condena y jamás respaldarían un ataque indiscriminado, sin contar la lluvia de fuego que llovería en aquel país que se atreviese a incurrir sin previo conocimiento y aprobación internacional.
Así funciona la orquesta de la comunidad internacional, bajo una noción de justicia entredicha que solo sirve a los que la dominan. Estados Unidos seguirá actuando de esta forma, y el velo de la ignorancia de Rawls será empleado solo para tapar los desmadres del hegemón, y no para simpatizar con las terribles condiciones que producen su insensato actuar.
Con esto me encuentro lejos de valorar positivamente el gobierno de Bashar al-Asad. Sus métodos para combatir también son plenamente cuestionables. Pero, los señalamientos de occidente carecerán de peso si se fundamentan en los mismos pretextos que buscan condenar. Porque, al fin y al cabo, la lucha por la justicia ha de hacerse en el plano de ella misma, llevándola en los actos, y no sólo en el mero discurso.
La “trampa de Tucídides” parece seguir presente 2.500 años después. La misma dictamina que la potencia hegemónica de turno buscará guerrear con la potencia emergente por temor a perder su posición consolidada. Esta ha sido la historia de la humanidad, y esperemos que la actitud general de los EE.UU. no encubra en verdad un temor interno ante el surgimiento de oriente, en detrimento de occidente. Ya que, de ser así, la intensificación de su actuar no cesará, sino incrementará.
@NelsonTRangel
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