Caracas, 3 de junio de 2018
Venezuela se ha convertido en uno de los países más peligrosos del mundo. Caracas, es una referencia mundial de inseguridad. Su puesto como líder de homicidios es solo disputado con Los Cabos, México; teniendo aproximadamente 120 homicidios cada 100.000 habitantes. Tan solo en 2017, fueron asesinadas 3.387 personas, cifra que supera a países que, incluso, tienen conflictos armados internos. Si bien la violencia no es solo nuestra, cabe siempre hacer un análisis comparativo. Para esto, qué mejor que un contraste de datos con el país vecino.
En Colombia, el año 2017 cerró con una tasa de aproximadamente 24 homicidios por cada 100.000 habitantes. Esto, a nivel nacional. Nosotros quintuplicando la cifra sólo a nivel local. Para tener una idea más clara de lo dicho, durante el 2017 se perpetuaron en Venezuela unos 27 mil asesinatos. De ellos, 3.300 fueron solo en la capital. Colombia, en contraste, cierra el año con casi 11.800 homicidios y unos mil cuatrocientos en Bogotá. La enorme cifra nos contrasta con Colombia en varios sentidos. No sólo en términos nominales, que pareciera que la diferencia total no es sino un poco menos que la mitad. Sino en términos reales, Colombia teniendo más de 48 millones de habitantes (Bogotá 8 millones); y Venezuela unos 30 millones (Caracas 3 millones), sin restarle la diáspora.
Sabiendo esto, si a un lector le colocásemos el velo de la ignorancia de John Rawls y se le pidiera adivinar (en base solo a estas cifras) cuál país sufre de un conflicto armado interno, escogería inequívocamente Venezuela. Pero, la tragedia resulta tan absurda que son los vecinos neogranadinos los que llevan 50 años en guerra. Guerra que, pese a los esfuerzos pacificadores, aún no acaba. En cambio nosotros, quienes lideramos el ranking de sangre, no tenemos lucha armada desde el año 1969, cuando el Presidente Rafael Caldera disolvió y pacificó a las FALN.
El Population Reference Bureau sacó recientemente un informe en donde estima que alrededor de 107 mil millones de personas vivieron alguna vez.
Ahora, para que un hecho sea calificado como un conflicto armado interno, como el colombiano, ha de poseer varias características concurrentes. Más allá de una tasa elevada de homicidios, existen otros factores que indican que un país se encuentra en una guerra civil. Estos son la pérdida de control sobre parte del territorio y la organización de las tropas subversivas. En Venezuela, sí que es verdad que los antisociales controlan extensiones sobre las cuales la ley pareciera no llegar; los maleantes implementan un sistema de tributo propio, a cambio de prestar seguridad y control. No obstante, los mismos están organizados en una multiplicidad de pequeñas bandas (alguna más grande que otra), sin unificación total. Esta unificación, usualmente se da por medio de motivaciones ideológicas (sean políticas o religiosas), cuyo fin es hacerse con el poder del Estado.
El salvadoreño Roque Dalton escribía un poema titulado El Descanso del Guerreo en donde aseguraba que los muertos estaban cada día más indóciles. El motivo, según el poema, es “que caen en la cuenta de ser cada vez más la mayoría”. Dalton no escribía sin fundamento. El Population Reference Bureau sacó recientemente un informe en donde estima que alrededor de 107 mil millones de personas vivieron alguna vez. Comparado con los aproximadamente 7 mil millones actuales, hay 15 personas muertas por cada viva. Este informe resulta interesante, pero lejos está de explicar nuestra realidad en Venezuela; porque, al fin y al cabo, la delincuencia es algo de vivos, más no de muertos.
Al menos eso se solía pensar. El pasado fin de semana se reportó el hurto de varias lápidas de bronce del Cementerio del Este. Los familiares de los fallecidos tendrán que reponer la placa, puesto que el cementerio no se hace responsable por ella. Y, peor aún, tendrá que especular en dónde está su doliente, ya que muchos no recuerdan la ubicación exacta de la tumba.
De esta forma, la delincuencia ha demostrado volverse a reinventar. Como bien dijo Dalton, los muertos indudablemente están indóciles, ya que la inseguridad no deja escapar a nadie en Venezuela; siendo cosa de vivos y muertos.
@NelsonTRangel
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