Caracas, 17 de Julio de 2018
Esta semana Europa protagonizó un evento vergonzoso. Italia impidió que un barco, Aquarius, fletado por Médicos sin Fronteras, atracara en sus puertos. Dicha nave transportaba a más de 600 personas (entre ellos, 123 niños) y le fue prohibido el auxilio luego de que el Ministro de Interior, Matteo Salvini, diera la orden de impedir el desembarco. Además, la lavada de manos fue completa, ya que le pidieron a Malta que se hiciera cargo del barco, lo que generó un congelamiento de la situación para los refugiados, quienes sufrieron de un calvario a la deriva por el mediterráneo.
Finalmente, el nuevo Presidente de España, Pedro Sánchez, respondió al llamado humanitario, ofreciendo a la ciudad de Valencia como puerto de acogida a dicho barco. Así, culminaría el evento que abriría una etapa. El también nuevo gobierno de Italia ha dado un giro en su política de refugio. Como bien recordó Salvini, ellos acogen a más de 170.000 migrantes -cifra escandalosa cuando se compara con los 16.000 que hay en España- y parece ser que ni uno más.
A mi parecer, el problema con la negativa de Italia es más jurídico que moral. La normativa internacional es clara al respecto cuando se trata de la ayuda a personas que se encuentren en el mar en peligro. Además, el Código de Navegación Italiano alberga el delito por negarle el socorro a alguien que peligre de naufragio. No obstante, este gobierno se ha excusado de muchas maneras. Han alegado, primero, que el barco se encontraba fuera de sus aguas territoriales, por lo que no les competía prestar la asistencia. Segundo, han sido hábiles en ignorar la Convención de Hamburgo -la cual establece la “búsqueda y rescate”-, lanzándose la bola con malta, sorteándose responsabilidad y apelando a su propia ignorancia de la norma como excusa eximente de responsabilidad.
Ante esto, Francia no ha callado. El gobierno galo acusó de cínica e irresponsable esta actitud. Mientras que Macron apelaría a un grado más elevado del recurso retórico, calificando de “vomitiva” la gestión italiana. Indudablemente esto no sería bien recibido por los vecinos del sur, creando una mini crisis diplomática entre ambos países. Porque, al final, la lucha en Europa es contra el populismo xenófobo que parece seguir expandiéndose por el viejo continente. El último caso ha sido Italia, en donde la Liga y el Movimiento 5 estrellas llegaron con ese discurso y se pretenden perpetuar en el mismo. El Ministro Salvini sentenció: “desde hoy decidimos no al tráfico de seres humanos”, acompañándolo con el hashtag: #cerremoslospuertos. Al mismo tiempo que le hace un llamado a Europa para que haga algo respecto a la migración o “que calle para siempre”.
el problema con la negativa de Italia es más jurídico que moral.
A diferencia de la norma, el problema moral puede ser visto de muchas maneras. Quizá Italia tenga algo de razón en su disgusto. No hay que olvidar el fracaso que implicó la política europea del reparto de refugiados. Cuando, a finales del año pasado, expiraba el esquema obligatorio de reparto de asilados, arrojando unas cifras bastante decepcionantes. Solo una de cada cinco personas fueron reubicadas. El resto, prefirió quedarse entre Grecia e Italia, los países de EU colapsados por las llegadas masivas proveniente de África. Para tener una idea, de 1,4 millones de personas que llegaron entre 2015 y 2016, solo se lograron repartir 160.000.
Estas últimas cifras nos pueden demostrar la hipocresía que existe en Europa sobre la materia. El caso Aquarius despertó una condena moral conjunta, poniendo en entredicho el sistema de valores de la zona euro. “Europa ha dejado de ser tierra de acogida para pasar a pertenecer a la geografía de los egoísmos”, sentenciaría Marius Carol para la Vanguardia. Ya que, si bien todos condenan el hecho, pocos asumen algún papel para resolverlo. En la práctica se ha demostrado como la falta de voluntad de los Estados es lo que prima al momento de tomar responsabilidad. Porque, al fin y al cabo, es mucho más fácil ver el panorama del otro lado del charco, lavarnos las manos, y ensuciándonos la conciencia.
@NelsonTRangel
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