Caracas, 15 de julio de 2018
El otro día nos topamos con una noticia curiosísima. El Presidente de PDVSA, Manuel Quevedo, convocaba una misa para rogarle al señor por la subida en la producción del petróleo. La misma se celebró en las instalaciones de la estatal petrolera, en donde el sacerdote Pablo Urquiaga aseguraba que la recuperación del país estaba ligada a la recuperación de nuestra industria petrolera. Razón no le faltaba al vocero de la iglesia, nuestros males siempre han estado conexos al crudo. Hace un par de años se debía al desplome de su precio y, ahora, cuando su cotización se eleva, los que nos hemos desplomado hemos sido nosotros.
La acción del presidente de PDVSA va, sin duda, en la línea que ha tenido el presidente Maduro desde que asumió el poder. A principios de 2015, en pleno discurso ante la Asamblea Nacional, el Presidente inmortalizó su plan de acción para recuperar al país. Con un “Dios proveerá” reveló dos cosas. La primera es su fuerte convicción cristiana; la segunda, es que como el problema es tan agudo, no queda de otra que dejarlo en manos de la providencia.
Quizá al presidente tampoco le faltaba razón en sortear el destino a la fortuna. La subida y bajada de los precios petroleros parece un misterio eleusino (perdonándoseme el paganismo) ya que podemos percatar como su alta volatilidad está por lo general relaciona a eventos catastróficos y desafortunados. No obstante, Dios proveyó, ya que el precio se situaba para la fecha del discurso en unos $40 x barril (cosa que bajaría, incluso más), y hoy ronda alrededor de los $80 x barril. Esta acción fue gracias a la OPEP, ya que decidieron recortar el exceso que existía en la oferta de crudo mundial.
Cuando el precio ha subido, nuestra producción cae a récord históricos.
La caída de los precios que se generó en los últimos 3 años tuvo dos causantes. Primero, la facturación hidráulica (o, como se conoce popularmente en inglés, el fracking), la cual aumenta considerablemente la extracción, en detrimento del ambiente. Lo segundo fue la recesión que tuvo China. La economía del gigante asiático siguió creciendo, pero se contrajo un poco en los últimos años. De hecho, el Presidente Jinping anunció que si China no crece, al menos, un 6,5% sería una verdadera tragedia para su país. Considerando que el crecimiento europeo despide el 2017 con unas tasas del 2%, podemos ver la importancia y fuerza que China sigue demostrando.
Todo esto nos lleva a la deseada conclusión venezolana: la necesidad de petróleo. Se proyecta que en Asia más de 1.000 millones de personas pasarán a vivir en la ciudad en los próximos veinte años. Esto, sin duda, elevará el consumo de crudo considerablemente al punto que, según ciertos expertos en el rubro, consideran que su precio pudiera elevarse a los $150 x barril. Cifra que sería realmente histórica si consideramos que la última vez que el número se elevó tanto (alrededor de los $140 x barril) fue en 2008 y se debió también, entre otras cosas, al rapidísimo crecimiento de oriente.
No obstante, así nos agarran las cosas. Cuando el precio ha subido, nuestra producción cae a récord históricos. Menos de un millón y medio de barriles estamos produciendo al día, cuya pendiente sigue en caída libre de entre menos 3.000 y 5.000 barriles diarios. De hecho, desde los años 50 no se alcazaba una producción tan baja y, si bien esa década es asociada con abundancia y despilfarro, hay que tener en cuenta de que la sociedad de entonces abarcaba no más de 5 millones de habitantes, en contraste con la de ahora que ronda dentro de los 30 millones.
Esta es nuestra situación, una empresa tan quebrada como el resto del país. ¿Qué hicieron las demás empresas petroleras para aguantar la crisis? Pues aumentaron los retornos y disminuyeron los gastos en bienes de capital. ¿Qué hicimos nosotros? Seguir manteniendo el aparataje ineficiente del Estado en detrimento de nuestra maltrecha empresa petrolera. Por ello estamos aquí, desesperados en la búsqueda milagrosa de soluciones, cosa que nos ha llevado al pragmatismo religioso del Maduro, contagiando incluso a Quevedo, quien ahora también busca respuestas en lo espiritual, justo después de que se haya acabado lo material.
@NelsonTRangel