Caracas, 16 de septiembre de 2018

 

España no deja de encontrarse en una constante turbulencia. Los últimos dos años se han caracterizado por tres grandes cismas. Sin importar el orden, tenemos la DIU (declaración unilateral de independencia) catalana, con todas sus interminables secuelas. Luego, pasamos por el máster de la ex alcaldesa de Madrid, Cristina Cifuentes. Finalmente, el tercero, se trata de la insólita moción de censura que removiera a Mariano Rajoy de la presidencia de España; así, terminando un largo período del PP al mando del país ibérico.

Ya he tenido la oportunidad de dar mis impresiones sobre la cuestión catalana. De igual forma, he mencionado, de cierta manera, la accidentada llegada de Pedro Sánchez al poder. Quien, por cierto, cabe señalar que ha tenido unos primeros 100 días de gobierno bastante exitosos. Quien llegara a ser Jefe de Estado de forma cuestionada, no ha sido en nada desgastado por el poder. Más bien, se ha sabido posicionar en las encuestas, ganando la aprobación de la gente.

Cambiando de tema, “el legado Cifuentes”, como me gusta llamarle, fue el destapar la olla de las irregularidades para la obtención de cuestionados títulos universitarios. El caso no solo no murió con ella, sino que se esparció cual peste española y contagió a varios de su partido. Por ejemplo, el flamante nuevo líder del PP, Pablo Casado, aparentemente sacó un máster en España solo habiendo presentado 4 trabajos. Además, Carmen Montón, la ex Ministra de Sanidad de España, tuvo que dimitir esta semana por demostrarse otras irregularidades en la obtención de su máster.

los más afectados son aquellos honestos que se esforzaron en ganarse su título.

La cadena de personas que han venido cayendo no deja de sorprender. Incluso, el propio Presidente Sánchez, se ha adelantado y ha abierto al público su tesis, junto a un mensaje por Facebook que, entre mucho relleno, dice “Yo hice mi tesis”. La afirmación, que parece sacada de la mano del satírico Groucho Marx, tiene que ser empleada cuando la realidad se transforma en absurdo; cuando alguna conducta desviada, mancha al resto. Porque, al final, estos casos han pulverizado la reputación de las universidades en España, o al menos eso piensan 3 de cada 4 españoles, de acuerdo a una encuentras publicada en el diario EL PAÍS.

Indudablemente los más afectados son aquellos honestos que se esforzaron en ganarse su título. Por desgracia, ellos cargan una vergüenza compartida por culpa de unos pocos que corrompieron la reputación de su casa de estudio. En abril de este año, Juan Vázquez, ex rector de Oviedo, publicaba un artículo titulado En defensa de la Universidad. El título revela las intenciones del Profesor, culminando el escrito con lo siguiente: “En fin, el desgaste sufrido por la imagen universitaria no puede quedarse solo en lamento sino convertirse en oportunidad para proyectar más y mejor la verdadera realidad universitaria y, en ocasión, para corregir algunas de nuestras deficiencias”. Por la fecha, en este artículo se reseña exclusivamente el caso Cifuentes. De los otros todavía nada se sabía. Pero, como si se hubiera seguido al recomendación del Profesor Vázquez, se ha seguido proyectando la realidad universitaria, sacando a la luz más y más irregularidades, que siguen cuestionando la integridad de las casas de estudio españolas.

 

Venezuela

Nuestros problemas son un poco menos sofisticados. Lamentablemente, la desidia en en el país le ha pasado una cara factura a las universidades. Las públicas evidentemente son las más afectadas. Sin presupuesto, la deserción ha sido tanto de estudiantes como de profesores. Y, a todo esto se le suma la nueva resolución ejecutiva que impone un tabulador único de salarios para la administración pública. Al fin y al cabo, la principal motivación de hacer -o comprar- cualquier estudio de postgrado es el obtener mejores condiciones laborales y una mejor remuneración por tus funciones. Y, si eliminas estos incentivos, te toparás con una deserción aún mayor. O, quién sabe, puede que esta sea nuestra forma novedosa de anticipar los problemas españoles. Total, ¿para qué falsificar un máster, si igual de nada nos sirve tenerlo? Quizá España deba escuchar…

@NelsonTRangel

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