Caracas, 28 de octubre de 2018
De las noticias más impactantes de los últimos días resulta el asesinato del periodista Jamal Khashoggi. El ciudadano saudí ingresaría a su consulado en Estambul y saldría hecho trozos. Esto último literal, debido a que fue picado con una motosierra en pedacitos, para luego ser enterrado en el jardín trasero del mismo consulado. Ante la inicial (y absurda) explicación del gobierno árabe, de calificar el hecho como “un error”, el Director de La Vanguardia ironizaba críticamente el tema preguntándose lo siguiente: “¿Cómo puede alguien entrar en un consulado para realizar unos trámites para casarse y salir convertido en un steak tartare?”. Y es que el evento resulta un encubrimiento descarado, un homicidio transnacional que evidencia que el cinismo de algunos gobiernos no parece conocer parangón.
Arabia Saudí es de los grandes aliados árabes del mundo occidental. No solo sirve de socio económico estrella (mayor productor y exportador de petróleo del mundo), sino también de pieza estratégica en la lucha contra el terrorismo. Por ello, la Unión Europea y los Estados Unidos se encuentran ante una encrucijada. Siempre vendiéndose al mundo como grandes paladines de la moral y la justicia, deberán decidir si la ética está por encima de los intereses económicos; y si impondrán sanciones financieras a Riad o, más bien, dejarán colar el hecho mediante el discurso; demostrando que la moral llega hasta donde la dinero lo permita.
Ya España decidió -y no demoró mucho en hacerlo-, la Comisión de Defensa seguirá vendiendo armas a Arabia Saudí. Esto demuestra que no habrá una respuesta generalizada del mundo occidental, puesto que el actuar español se diferencia de iniciativas como la canadiense o alemana, quienes optaron por suspender la venta de armamento hasta que se esclareciera el caso. Otros países se han enfocado en la condena discursiva, tal como hicieron Francia y Japón. Y un tercer grupo ha empezado por las “sanciones suaves”; tal es el caso de los EE.UU. que hasta los momentos solo ha revocado alguna que otra visa a los presuntos implicados en el hecho delictivo.
“Puedes ignorar la realidad, pero no puedes ignorar las consecuencias de ignorar la realidad”. Ayn Rand
Ante esto hay que reconocer que el típico discurso trumpista (que se caracteriza por una honestidad casi antidiplomática) es celebrable en momentos así. “El plan original era muy malo, se ejecutó pobremente y la coartada es la peor coartada en la historia de las coartadas. Tenían la peor coartada en la historia”. Y es que no solo se reduce a la forma grotesca en cómo fue asesinado Khashoggi, sino también al desarrollo de sus exequias, que no fueron sino las de un abono de jardín. Además, las aclaratorias no han hecho sino oscurecer. Ya que se deambulaba entre “el error” y “una pelea entre el periodista y unos funcionarios”, porque al parecer resulta completamente normal la posibilidad de morir descuartizado luego de litigar con un oficial de consulado.
Si bien de Sherlock Holmes nos queda que no existe nada más engañoso que un hecho evidente, este caso parece tan claro que no permite interpretación contraria. Jamal Khashoggiera un periodista crítico del gobierno árabe, lo que lo había obligado a exiliarse en Washington, EEUU, en 2017. Con más de 20 millones de seguidores en Twitter era una persona de gran influencia y alcance mediático. Esto lo hacía -según The Spectator-“la mayor amenaza política fuera de la familia real al mandato de Bin Salman”, el príncipe heredero de Arabia Saudí.
Y, al final de cuentas, lo importante será ver de qué manera será manejada la verdad. ¿Habrá o no complicidad por parte de occidente? Hasta ahora las declaraciones han seguido la línea de Theresa May, argumentando que “sigue siendo una necesidad urgente establecer exactamente qué ocurrió”. Pero, ¿en realidad se querrá saber la verdad? Después de todo, como diría la escritora Ayn Rand, “puedes ignorar la realidad, pero no puedes ignorar las consecuencias de ignorar la realidad”. Y occidente arriesga mucho optando por ignorar la realidad; empezando por su sistema de valores entero, es decir, empezando por su misma legitimidad.
@NelsonTRangel
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