Caracas, 30 de diciembre de 2018

 

El pasado 20 de diciembre, el presidente ruso, Vladímir Putin, sostuvo su rueda de prensa anual. Frente a 1702 periodistas acreditados, Putin habló sobre todo. Desde las tensiones de Moscú con Kiev, hasta la guerra en Siria. Tocando también la carrera armamentista que, según él, Washington ha iniciado, y además el peligro sobre una posible escalada nuclear; sobre todo por las consecuencias que traería la retirada de los EE.UU. del Tratado sobre las Fuerzas Nucleares de Alcance Intermedio, firmado en 1987.

Más allá de las tensiones bélicas, Putin hizo especial énfasis en la economía. Comentó que el crecimiento de Rusia este año había sido modesto (1,8% del PIB) y que aspira que su país se posicione a futuro entre las 5 primeras economías del orbe. Hoy, ocupando el escalón número 12, después de EE.UU., China, Japón, Alemania, Reino Unido, Francia, India, Italia, Brasil, Canadá y Corea del Sur. Algo que no es del todo negativo. Ya que Rusia es, a diferencia de los otros 11 mencionados, un país que depende fuertemente del petróleo, y cuyos precios sabemos que han sufrido una dramática caída en los últimos años.

No obstante se vio optimista, tranquilo y seguro. Tres cualidades suyas que maneja muy bien. Y más que ser un optimista, es pragmático y racional, cosa que demostró a lo largo de la extensa rueda de prensa. Entre las preguntas más interesantes, estuvo una sobre la posible restauración del socialismo en Rusia. Su respuesta fue: “Pienso que es imposible”, siguiendo con: “el cambio profundo que atravesó la sociedad es tal que la restauración del socialismo [en Rusia] es imposible”. Y, además de agregar ciertos elementos que considera positivos de emplear (socialización de la economía), dijo que en el socialismo los “gastos siempre superan a los ingresos”. Es decir, sin plata no hay socialismo. Putin está muy claro.

(…) la fórmula vencedora ha sido una combinación de ambos. En donde exista un mercado abierto, con libre flujo de capitales, y una fuerte protección social.

Si existe un país que ha vivido los extremos más grandes del comunismo y del socialismo económico y puede testificar que son insostenibles, es Rusia. Cuando Lenin llegó al poder, empleó su política de “Comunismo de guerra” (1918-1921) que no fue más que una brutal aceleración del ideal comunista sin contemplar sus posibles efectos reales sobre la sociedad. El resultado fue evidente, agravó terriblemente la economía del país, acentuando una crisis social que ya existía y propagando más aún la miseria que asechaba. Por ello, en 1921, y luego de un casi golpe de estado, se tuvo que emplear la NEP (Nueva Política Económica), que se trató de la agregación de un poco de capitalismo a la fórmula o, como el mismo Lenin le llamó, un “Capitalismo de Estado”. La formula, para bien o para mal, hizo que la economía de la URSS creciera de manera acelerada. De hecho, es famosa la frase de Stalin en donde asegura que se encontraban 100 años en el pasado, y que tenían 10 para solventarlo.

No nos compete evaluar cada uno de los factores que indujeron el crecimiento de la URSS. Indudablemente, el petróleo jugó el rol más importante en la situación. Sin embargo, en los momentos de mayor inflexión, el país contó con reformas estructurales que lo llevaron a transcender la situación. Igual ocurrió con Gorbachov (con su Perestroika) y luego Yeltsin, quienes se encargaron de aplicar verdaderas políticas reformistas para aliviar una situación. De hecho, si queremos más ejemplos encontraremos a la China de Deng Xiaoping, que también se trató de una liberalización de mercado, entendiendo que el comunismo puede ser útil en política, pero no en economía.

En la rueda de prensa de Putin se puede apreciar una persona que entiende perfectamente la historia. Sabe que el socialismo ortodoxo, al igual que el liberalismo, han demostrado incontables veces no funcionar. De hecho, la fórmula vencedora ha sido una combinación de ambos. En donde exista un mercado abierto, con libre flujo de capitales, y una fuerte protección social. Lo demás, sería caer en el anacronismo absoluto. Y, si un país como Rusia, que lo ha vivido todo, lo entiende bien, más temprano que tarde los demás lo harán. Un deseo de año nuevo nos podemos permitir.

 

@NelsonTRangel

www.netrangel.com

nelsontrangel@gmail.com