Caracas, 3 de marzo de 2019
Cada persona es un mundo. Y algunos de esos mundos han vivido o se han desarrollado más que otros. El Secreto de mi turbante (Grupo Planeta, España) narra la historia de Nadia Ghulam, una pakistaní que con solo ocho años quedó huérfana de casa, y de familia. Debido a la guerra en su país, una bomba le desfiguró el rostro y tuvo que cambiar el típico velo blanco por un turbante, haciéndose pasar por su hermano muerto, para poder trabajar y sobrevivir.
Este pequeñísimo extracto no rinde tributo a la odisea de Nadia. De la mano de la periodista catalana Agnès Rotger han reconstruido su vida en este maravilloso libro que nos da una pincelada, demostrándonos que muchas de las complejidades no son producto de Hollywood, sino que en ciertos casos la realidad puede superar la ficción y ciertas historias desgarradoras merecen toda nuestra admiración.
Conocí a Nadia, una persona joven, llena de vida, que porta consigo las consecuencias del pasado sin que eso nuble su futuro, ni condicione su presente. De hecho, para mi sorpresa, me enteré de su historia luego de que me agregara a Facebook y publicitara su libro. Ver su cara es ver la cara a la guerra. Como dije antes, su rostro quedó cicatrizado luego de que su casa fuera bombardeada. No obstante, verla también significa notar la alegría humana, la superación. Es una persona risueña, simpática y ansiosa del porvenir. Porque, al final, es esa persona con la que puedes hablar sin que un pasado dramático sea una tarjeta de presentación. Muchos deberíamos de aprender de ella
No es casual que esté escribiendo sobre este tema. Primero, ya que hace poco menos de 1 mes fue que conocí su historia. Segundo, porque presiento que en nuestro país se está discutiendo sobre la guerra con una ligereza preocupante, sin imaginarnos las consecuencias que la misma podría portar. Muchos consideran necesario el conflicto armado ya que lo ven como el fin de una situación que ya de por sí es muy delicada. Bajo este razonamiento, se pretende caer en un momento crítico, para luego llegar a un “resultado positivo”. Es decir, una suerte del “fin justifica los medios”, sin darse cuenta de que el “fin” de la guerra no es la paz. Al menos no siempre.
Ocurra lo que ocurra, espero que la historia de Nadia nos recuerde la cara de la guerra.
El otro día leía en Twitter a Oliver Stuenkel, Profesor de Relaciones Internacionales en la Fundação Getulio Vargas de Brasil. En la brevedad que te permite Twitter, el Profesor ofrecía 5 posibles escenarios para Venezuela: 1. Maduro se vuelve en Mugabe: incrementando el aislamiento y la miseria. 2. Tunisia: Hay una transición hacía la democracia. 3. Egipto: Elecciones libres seguidas por un golpe militar. 4. Libia: Intervención armada extranjera y guerra civil. 5.Congo: Se conforman varias milicias que controlarían diferentes partes del país.
Es indudable que Venezuela no está en África y trasplantar un escenario externo en el Caribe sería de imposible materialización. No obstante, la política comparada nos sirve como un ejercicio interesante, que podría ayudar a proyectarnos algún porvenir. En mi opinión, el punto 1 es bastante factible. Hablaba hace unas semanas de la “normalización” de la situación. Esto sería acostumbrarse a vivir bajo este escenario de guerra prolongada, sumando las sanciones económicas y el cerco diplomático. Esto, indudablemente, incrementaría el aislamiento de Venezuela y la situación económica empeoraría.
Ahora, no es culpa del profesor ver solo escenarios definitorios, sin ofrecer lo que consideraría yo una solución ideal: el dialogar. Muchos han aconsejado ir a unas elecciones siempre y cuando se garantice la paz nacional. Fue el caso de Pepe Mujica, una referencia de la izquierda mundial. Pero, como evidentemente el gobierno no va a ceder por presiones, hay que aspirar a soluciones factibles. Y, por cómo se andan haciendo las cosas, se está apostando a un desenlace plenamente catastrófico, concentrándose en fomentar un golpe de estado interno, ya que una intervención internacional no solo es ilegal, sino que carecería de los apoyos internacionales necesarios.
Ocurra lo que ocurra, espero que la historia de Nadia nos recuerde la cara de la guerra.
@NelsonTRangel
nelsontrangel@gmail.com