Caracas, 12 de mayo de 2019
Leonardo da Vinci es de aquellos sujetos integrales que le atribuimos el todo. Pintor, ingeniero, filósofo, inventor, escultor, poeta, urbanista, anatomista, etcétera. Algo impensable en el mundo actual, en donde buscamos especializarnos cada vez más en un arte específico. Esto no era así en el siglo XV. Si bien el curriculum de da Vinci impresiona, no era extraño que los pensadores de aquel entonces tuvieran intereses tan variados. De hecho, la clasificación del pensamiento vendría tiempo después con la “masificación de los estudios universitarios” que iniciaría en el siglo XIX.
Lo último que busco es quitarle crédito al pintor. Más bien, lo quiero conmemorar a 500 años de su muerte. Pintó poco, pero dibujó un montón. Más de cuatro mil dibujos y siete mil páginas de anotaciones se conservan de sus ocurrencias. Fue amante de la belleza humana, pero también de las herramientas de guerra. Mientras vivió en Florencia, se dedicó a lo primero: pintando y analizando la anatomía humana por medio de autopsias que realizaba en su estudio. Luego, la incomprensión a sus prácticas, le hicieron huir al norte, refugiándose en Milán en donde las necesidades eran diferentes, llevándolo a ingeniar la mayoría de sus artilugios bélicos.
Las tensiones entre Italia y Francia siguen en crecimiento. Las mismas trascienden a los chalecos amarillos, las elecciones europeas y los desembarcos de inmigrantes, para posicionarse sobre Leonardo.
Su vida termina a los 67 años, en Amboise, el 2 de mayo de 1519. Muere, como narra Vasari, “sinu regio”, es decir, a los brazos del Rey Francisco I de Francia, gran admirador y mecenas del pintor Toscano. En medio de esta amistad cercana, Leonardo donó estupendos trabajos a Francia: La Gioconda, La Virgen, el niño y Santa Ana y San Juan Bautista. Estas, y otras más, reposan cinco siglos después en el Museo del Louvre. Hoy, la figura de da Vinci genera tanto admiración como disputas. Es habitual en los hombres quererse atribuir a las grandes personalidades por medio de su nacionalidad. Independientemente que, personajes como Leonardo se vuelvan patrimonio de la humanidad. Esto les debería de brindar un carácter atemporal y apolítico, pese a que los cortoplacistas de hoy en día no lo quieran respetar.
Las tensiones entre Italia y Francia siguen en crecimiento. Las mismas trascienden a los chalecos amarillos, las elecciones europeas y los desembarcos de inmigrantes, para posicionarse sobre Leonardo. El Louvre prepara para los 500 años del pintor la exposición más grande jamás hecha sobre su arte. Para ello, había contado con el apoyo de la Administración Italiana anterior, en donde se comprometía a ceder todas las obras del florentino durante la exposición. No obstante -y como las relaciones no pasan por su mejor momento-, la decisión ha sido revocada, considerándose “una vergüenza”. O, en palabras de Lucia Borgonzoni (Subsecretaria de Cultura y miembro de la Liga): “Aunque muriera en Francia, Leonardo es un genio italiano, y no vamos a regalarles todo a cambio de nada. Por algo se llamaba Leonardo, no Leonardò como le llaman ellos”.
Pese al desentendimiento actual, los recelos italianos con Leonardo son de vieja data. Ya en el pasado Salvini había declarado en “retornar La Gioconda a Italia”, como si se tratase de un bien del Estado italiano, que en los años de da Vinci ni siquiera existía. Otro ejemplo lo tenemos en 1911, cuando el carpintero italiano Vincenzo Peruggia, creyendo que Napoleón había robado el cuadro en primer lugar, se hizo con el mismo con la intención de llevarlo a su patria. Dos años estuvo extraviado, mitificando, aún más, la obra de arte.
Ahora, el reconcomio italiano no es totalmente infundado. Los franceses tampoco han cooperado en aliviar la tensión. Incluso hace poco, a propósito de la victoria por parte de Francia de la copa del mundo de fútbol, el Louvre publicó una foto de la Mona Lisa llevando la camisa de la selección nacional francesa. La explosión de las redes no se hizo esperar, mientras que usuarios editaban la misma imagen agregándoles la camiseta azzurra. Quien diría que Leonardo seguiría dando de qué hablar. No solo en lo que se especializó, sino también en lo que no: política y fútbol.
@NelsonTRangel
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