Caracas, 26 de mayo de 2019
El otro día leía en el periódico italiano, Corriere della Sera, una noticia curiosa: un pasajero había tomado un vuelo de Ryanair Pisa-Bari, pensando que iba realmente hacía Cagliari. Para quienes no están muy asimilados con la geografía italiana, Bari, en Puglia, se encuentra a 1000km de distancia de Cagliari, en Cerdeña. Sin contar que en medio de la separación tenemos al Mar Tirreno.
Pese a que en el video que se filtró por internet vemos a un pasajero iracundo, habría que agregar que su travesía pudo haber sido peor. Al final, terminó viajando dentro del mismo país; no como la pesadilla que cuenta Gramellini, de tomar un vuelo hacia Peretola y terminar en Tombuctú. Pero, en cualquier caso, lo más curioso de la historia es que ni el pasajero, ni la tripulación, se dieran cuenta de un infiltrado en el vuelo. ¿Es así de fácil burlar a un aeropuerto? Al parecer sí. No nos extrañemos entonces del escepticismo que hay entorno a la verdadera utilidad de tantos controles de seguridad.
La noticia terminó con una disputa entre el pasajero y la aerolínea. Le pedían 20 euros más para embarcarlo hacía su intencionado destino. Desagradable evento, pero con una solución sencilla. Lo que me hizo pensar ¿cómo hubiera resultado si un pobre desafortunado hubiera terminado, por error, en Caracas? Pues, si bien no me gusta hacerle mala publicidad turística a mi país es evidente que la crisis no ha perdonado ni siquiera a los aeropuertos.
Primero que nada, las probabilidades de que nuestro italiano termine en Caracas (desde Europa) son bastante efímeras. Hoy en día, al parecer, existe un vuelo Caracas-Roma, administrado por la aerolínea Estelar. Pero basta con indagar en su web para darse cuenta de que el pasaje es inasequible. Y no por el precio, sino porque no existe. Entonces, el pasajero habría tenido que tomar una mala conexión desde Madrid o París, con las poquísimas aerolíneas que aún cubren el trayecto hacia nuestra capital. Por ende, llegaría de noche, un miércoles, viernes o domingo, si vuela con Air Europa. Vargas lo recibiría a oscuras, no pudiendo apreciar la maravilla natural.
Es una cadena que no termina. A este punto mi imaginación no da para más. No puedo imaginarme cómo haría un extranjero que llega por error, tarde en la noche, a Maiquetía.
En el avión le informarían que, por la hora, debe de esperar a la mañana siguiente para llamar y programar otro vuelo. El cual, en el mejor de los casos, saldría tres días después, y cuyo costo no bajaría de unas centenarias de euros. Seguidamente, sin quedarle opción, tendría que bajar del avión. Entrando en el túnel, sería abordado por una cantidad de personas que lo quisieran ayudar. Se sentiría confundido ante tanta amabilidad, ya que cargar una pieza pequeña de equipaje no conlleva mayor problema. Y es que el “negocio paralelo” en Maiquetía comienza desde ese punto, desde el túnel del avión. Luego, continuaría caminando por unos pasillos larguísimos y desiertos; no hay nadie. Su vuelo es el único que llega, probablemente en todo el día. Hace migración veloz, y se dirige a la única correa en movimiento, en medio de un escenario oscuro, decadente y triste.
Inmediatamente, buscaría un carrito para su equipaje. Aquí se encontraría que son gratis, pero a su vez tienen un costo. ¿Cómo es esto? Pues están acaparados por otro empleado del aeropuerto que te ofrece un “servicio”: el carro, sacarte las maletas y pasarte por la aduana. Si te niegas, se molestan. Aunque no te impiden hacerlo por ti mismo. Ante la intimidación, nuestro viajero optaría por el servicio, “fácil de pagar”, ya que se da cuenta de que la moneda local es la misma que en su país: el euro. Luego, frente a la aduana, su ayudante lo pasa por un lado del cordón, ignorando las máquinas de seguridad y creando un conflicto entre los empleados del SENIAT y la “supuesta autorización” que tiene el sujeto para saltarse los procedimientos legales.
Sale, al fin, solo para ser nuevamente abordado por un mar de sujetos que quieren llevarte el equipaje hacía el vehículo. Es una cadena que no termina. A este punto mi imaginación no da para más. No puedo imaginarme cómo haría un extranjero que llega por error, tarde en la noche, a Maiquetía. Por eso debemos de estar atentos de no tomar el vuelo equivocado.
@NelsonTRangel
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