Caracas, 16 de junio de 2019

 

No todas las catástrofes humanas han de ser políticas, pese a que en Venezuela estemos acostumbrados a ello. Me incluyo en esto: habiendo escrito varios artículos sobre un día caótico, un “Día D”, siempre tratándose del conflicto político. No tenemos tiempo para preocuparnos del porvenir, si es que se presenta camuflajeado como cambio climático o reciclaje. Nos acobijamos con la realidad de vivir en un país bendito por la naturaleza, de grandes pulmones y de poca contaminación. Ignoramos las amenazas pensando que esto las hace desaparecer. Y, lo que no vemos, es que en algún momento nos tocará afrontar los verdaderos retos humanos; es decir, tomar las verdaderas riendas del desarrollo.

Me gusta leer la prensa internacional porque me hace soñar con un futuro que quiero: el debate sobre los derechos de las mujeres y de la comunidad LGBT, del aborto, de los derechos de los trabajadores de las VTC (vehículos de transporte con conductor), del reciclaje, de la legalización de las drogas ligeras y de la democracia parlamentaria. Estas cosas nos parecen utópicas, pese a que realmente existan. Y banales, pese a que no lo sean. Son los tópicos del presente, aquellos que refieren realmente al futuro y a nuestra calidad de vida como raza humana.

Ahora, si esto es el futuro, no sabría en dónde colocar a Japón. El otro día leía un reportaje interesante en The Guardian que hablaba sobre su “Día X”. Para mi sorpresa, esto no refería a unas elecciones, ni mucho menos a una guerra. Tampoco a un cambio de gobierno, ni a la abdicación de un Emperador. Cosa que, por cierto, sucedió el pasado 30 de abril, cuando el Emperador Akihito (cabeza de la monarquía más antigua del mundo) transfirió el poder a su hijo Naruhito después de 30 años. En medio de una ceremonia que duró 10 minutos. Pues el “Día X” refiere a una catástrofe natural: a un terremoto.

El año 1923 es una fecha bien recordada por los japoneses: el último gran terremoto ocurrió en Katon. Desde ese entonces, los expertos estiman que menos de un siglo después (antes del 2050) otro de magnitud 7 acaecería en la metrópolis más congestionada del mundo, Tokio. Los daños previstos son evidentemente fatales: casi 10.000 muertos y 150.000 heridos. Por ello, Japón ha desarrollado la tecnología más avanzada en construcción antisísmica, esperando por un evento que, si bien no pueden evitar, podrían contener de la mejor manera posible.

Es el “Día X” porque daños y muertos siempre dejará. Y ¿cómo disminuirlo? Pues no solo con esas técnicas de construcción (que refuerzan, incluso, sus líneas de metro) sino que también poseen el cuerpo de bomberos urbanos más grande del mundo. Y, lo más importante de todo, es la campaña de información masiva que busca tener a una ciudadanía preparada ante cualquier adversidad. Incluso, el primero de septiembre es el “Día de la Prevención del Desastre”, ya que se conmemora todos los años el aniversario del gran terremoto previamente mencionado.

 

“Milagro japonés”

Japón es la tercera economía del mundo, y hasta hace no mucho era la segunda. Se conoce como “milagro japonés” el período entre 1960-1980 en donde un país devastado por la guerra (y dos bombas atómicas) se logró posicionar como segunda economía mundial. Pero, ¿es justo el sustantivo?

Un milagro es una intervención divina que no se puede explicar por las leyes naturales. Si bien es un término bíblico, es comúnmente utilizado por la sociedad laica para determinar situaciones increíbles. Sin duda, el caso japonés es complejo de entender y digno de asombro. Sobre todo para nosotros, los venezolanos, que lo hemos tenido todo y seguimos estancados en el atraso. Un milagro es tener una tierra fértil y los recursos para su explotación. El caso de Japón no es milagroso, sino laborioso. Y el día que entendamos que aquello que determina nuestra prosperidad no proviene de la intervención divina, sino humana, seremos realmente merecedores de nuestros propios milagros.

 

@NelsonTRangel

www.netrangel.com

nelsontrangel@gmail.com