Caracas, 30 de junio de 2019
Luego de Juego de Tronos, muchos creían que HBO dejaría un vacío en su programación. Con la finalización de una de las series más exitosas de la historia, se pensaba que la atención pública tardaría en volver a ser capturada. Fui de los millones de televidentes que siguió la disputa por el trono de hierro. Aunque admito que mi interés por la serie fue mucho menos pasional que el del fanático promedio. Esto último ya que considero que la realidad supera siempre la ficción y que las mejores producciones cinematográficas no reposan en la fantasía de un individuo, sino en la prosa humana.
Volviendo al vacío, el despecho de la fanaticada de Juego de Tronos duró poco. Su último episodio salió al aire el 19 de mayo y, casi paralelamente, otra serie debutaba el día 6 del mismo mes. Hablo de Chernobyl, la producción de HBO y Sky que habla del accidente nuclear más grave de nuestra historia. Esta serie contó con tan solo 5 episodios y culminó el 3 de junio. Y, si bien es cierto que mientras que GOT seguía en el aire pocos hablaban de Chernobyl, apenas culminada la primera todos hablaban de la segunda.
Chernobyles una serie muy corta para los parámetros actuales. Carece, además, de los ingredientes usuales de cualquier serie que pretenda éxito entre las masas. No contiene escenas sexuales, reinos medievales, guapos héroes, hermosas doncellas ni tampoco dragones. Tampoco gozó de años de publicidad y mercancía de todo tipo: juegos de video, aplicaciones, calendarios, ropa, etcétera. Sino, más bien, fue el recuento histórico de un suceso que, para mi sorpresa, muchísimos desconocían. Y, con todo y eso, superó el récord de audiencia en streaming (HBO GO y HBO Now) que tenía GOT; alcanzando un 52% de los espectadores frente a un 46% que obtuvo Juego de Tronos.
La cuestión con la televisión es que nos habituamos a no distinguir la realidad de la ficción.
La serie es simplemente maravillosa, sobre todo si se combina con el podcast homónimo. El entrevistador Peter Sagal complementa cada episodio de la serie con una extensión y explicación detallada de Craig Mazi, creador, escritor y productor ejecutivo de la misma. De esta manera resulta fantástico el ejercicio multimedia: ver un episodio y luego escuchar al creador hablar de su experiencia mientras lo ideaba es realmente una maravilla. Además, ayuda a separar la ficción de la realidad. Considerando que el cine se tiende a tomar libertades en aras de dramatizar (aún más) lo sucedido. Sin embargo esta serie es apreciable por lo canónico que trataron de ser con los hechos.
La cuestión con la televisión es que nos habituamos a no distinguir la realidad de la ficción. Chernobylfue un evento tan espeluznante que a muchos le cuesta creerlo. El resultado es esperable: el turismo en esa zona de Ucrania ha aumentado un 40%. El problema con esto no es que las personas hayan desarrollado una curiosidad por un evento real, la preocupación recae en el hecho de que no hayan desarrollado el buen sentido común. Pareciera que las cinco horas de serie (en donde resaltaron lo terriblemente tóxico y peligroso que resulta la radicación para la salud) no fueran suficiente para querer aventurarse en el peligro.
Este tipo de turismo se conoce como “turismo apocalíptico” y, al parecer, es tremendamente demandado en el mundo. Auschwitzes el más famoso, Hiroshima también gusta mucho. Quizá podría agregarse Caracas a la lista. Ya que sí de ciudades fantasmas hablamos, esta seguramente sería una; sobre todo si la contrastamos con su otrora esplendor. Al menos así lo expresó hace poco Alonso Moleiro en un pequeño escrito titulado: “Caracas ha muerto”. Muchos lo compartieron, otros lo refutaron, pero el debate quedó sembrado sobre el consenso de que Caracas simplemente no es la misma. No sé si las ciudades puedan morir, quizá simplemente entren en una especie de coma. El coma de Chernobylpromete durar 24.000 años, pese a que “vive” por medio del turismo. Esperemos que el coma caraqueño dure menos y que no nos deje intoxicados.
@NelsonTRangel
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