Caracas, 8 de septiembre de 2019
Hay territorios que no son noticia y, al improviso, pasan al interés colectivo. Groenlandia es un caso similar. La isla más grande del mundo abarca poco más de 56.000 habitantes y, pese a lo que rezan algunos políticos daneses, ningún interés turístico real. De hecho, si se quisiera buscar cifras de visitantes anual, ni siquiera en el Banco Mundial se encontrarán.
Sin embargo, el mes pasado, Groenlandia pasó a ser noticia dos veces. La primera se debió a la pérdida de 200 billones de toneladas de agua en un solo mes. Lo que implica 11 billones de toneladas en un solo día. La noticia, compartida por el World Economic Forumes una de tantas que advierte las implicaciones reales del calentamiento global.
La segunda noticia tiene que ver con el Presidente de los Estados Unidos, Donald Trump, quien ya ha negado la existencia del problema. El mismo Presidente que retiró a su país del Acuerdo de París contra el cambio climático, anunció su interés de comprar la isla danesa. Los motivos son desconocidos. Según la noticia compartida por The Washington Post, varios de sus asesores, incluso, llegan a pensar que se trata de un simple capricho pasajero del mandatario. Muy típico suyo.
Comprar territorios no es una práctica nueva, pero sí extraña en nuestros días. China compra tierras (y deudas) de manera voraz, pero aún no se ha dedicado al negocio de los Estados. EE.UU., conoce también la práctica, no solo le compró la Louisiana a Napoleón (por 15 millones de dólares); para que este último continuara financiando sus guerras en Europa, sino que también adquirió Alaska (cuando el potencial petrolero de la tierra era desconocida) a Rusia a precio de gallina flaca, US$ 7,2 millones.
Pero el mundo cambia y en pleno siglo XXI las alteraciones territoriales son menos frecuentes. No obstante ello, Trump propone algo que ya su país había intentado. Al menos Truman, en el año 46, ofreciendo 100 millones de dólares (1.300 millones hoy en día), debido a la importancia geopolítica en un contexto inminente de guerra fría. En ese entonces la respuesta fue negativa y hoy también. De hecho, la noticia no cayó bien en Dinamarca, en donde creyeron que se trataban de una broma extemporánea del día de los inocentes.
Groenlandia es un territorio vasto con mucho potencial, a pesar de que su principal actividad sea la pesca y que Dinamarca lo subsidie en un 60%. Otro aspecto es que los coletazos climáticos se presencian mejor ahí. Lo que lo hace ejemplo claro de los cambios productos del descuido humano y un recordatorio diario de que debemos de cambiar nuestros patrones de vida si queremos seguir habitando este planeta.
EE.UU. ya tiene una base militar en la isla, en Thule, al noroeste. Esto desde el año 1951, en plena tensión máxima de guerra ideológica, mucho antes de que el INF entrara en vigor.
Ya la ONU se ha pronunciado varias veces; “el fin se acerca”, ya no es una consigna religiosa. El hombre es el lobo del hombre y si queremos revertir el cambio climático “debemos de poner al hombre a dieta”. Al menos así lo han recomendado los expertos, en aras de disminuir las emisiones de CO2, las cuales representan entre 8% y 10% del total en producción de alimentos. Todo aporte suma en esta lucha colectiva.
Volviendo a Trump, el antiambientalista, sabemos que la intención de compra de la isla no puede ser ecológico. Quizá sea militar, y la noticia podría ser entendida bajo el contexto de una nueva guerra fría en donde la seguridad pasa a ser tema importante en la agenda de los antiguos contrincantes. Al menos esto se puede deducir de la otra errática retirada trumpiana. Me refiero al Tratado para la eliminación de misiles nucleares de medio y corto alcance (INF), salida oficializada el pasado viernes 2 de agosto.
EE.UU. ya tiene una base militar en la isla, en Thule, al noroeste. Esto desde el año 1951, en plena tensión máxima de guerra ideológica, mucho antes de que el INF entrara en vigor. Puede que la situación venidera amerita esto, y no se trate de un mero capricho, sino de una decisión geopolítica de seguridad nacional. Al final no se sabe, con Donald Trump solo tenemos la certeza de la incerteza… en manos del hombre más poderoso de la tierra.
@NelsonTRangel
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