Caracas, 15 de septiembre de 2019

 

Quizá sea un poco tarde para comentar al respecto, ya hace un mes del evento. Quizá no, y un mes sea un tiempo prudente para poder arrojar sentencias de valor. Me refiero al tema del incendio de la Amazonas, ocurrido el pasado agosto. El mismo que ardió por más de dos semanas y representó un incremento de más del 80% en comparación al homónimo del año anterior.

Es cierto que dicho incendio no ha sido culpa directa del Presidente de Brasil, Jair Bolsonaro. No fue el quien resbalase colillas de cigarros, botellas de vidrio o cualquier material inflamable. No obstante, cuando se porta el cargo más importante de un país, eres culpable no solo por lo que haces, sino también por lo que dejas de hacer. Es decir, si bien no fue culpa suya por acción, sí que lo fue por omisión. 

El problema con esta área es el mismo que con cualquier otro punto estratégico para la humanidad: sus fronteras.

Otros debatirán esto que acabo de decir, y dirán que bastante ha hecho el anti ambientalista Bolsonaro. Quizá si, pero cuesta imaginar que una catástrofe de tal magnitud se haya podido gestar por la desidia de quien solo tiene 7 meses en el poder. O, al menos, esto es lo que me he permito pensar. Ya que si con tan poco tiempo al mando casi perdemos el “pulmón del mundo”, no quiero imaginar cómo dejará al planeta al cabo de su mandato. Las agujas del reloj del fin del mundo se tendrían que reajustar.

El problema con esta área es el mismo que con cualquier otro punto estratégico para la humanidad: sus fronteras. Bolsonaro ha expresado varias veces que el Amazonas no es del mundo, sino de Brasil; es decir, suyo. Posiblemente tenga razón, al menos bajo una lógica anacrónica de la política. La explotación de los recursos ha sido -es y probablemente seguirá siendo- un interés estratégico de cada Estado. Es por ello que elpronóstico apocalíptico de la ONU del 2050 es difícil de cambiar. Somos parte de un mismo planeta, pero seguimos actuando de manera individual. 

Se sabe que esta región depura el aire, absorbiendo toneladas de CO2. VEINTE por ciento del oxígeno se produce en esta fábrica natural. Ese aire es el mismo que se respira tanto en Sao Paulo como en San Moritz. Por ello, las implicaciones, señor Bolsonaro, nos afectan a todos por igual; incluyendo a quienes no somos brasileños. Por lo que el manejo del asunto debería de ser tratado con cierta cohesión internacional. Al igual que debió de haber ocurrido con Chernobyl, otra catástrofe de magnitud ambiental, cuyas consecuencias no amenazaron solo a Ucrania, sino a todo el continente europeo.

Lamentablemente, Venezuela no se queda atrás en la carrera antiecológica. Si bien los incendios del mes pasado no fueron tan inclementes en nuestro territorio, la excavación criminal en el arco minero es la encargada de la deforestación de nuestra tierra. Paulatinamente, ha ido incrementando. En el período 2000-2005 se trató de 900km2, del 2006-2010 de 1546km2 y de 2011-2015 de 2821km2. Cifras que prometen seguir creciendo. 

Que estos temas se discutan colectivamente es lo correcto. De hecho, debería de existir un comité por la preservación del planeta con total representación mundial y con capacidad para tomar acciones concretas y reales. Ante la ausencia del mismo, Emmanuel Macron, Presidente de Francia, invocó la necesidad de hablar del asunto en la reunión del G7, celebrada en su país el 24 de agosto. Rápidamente, el Presidente de Brasil presentó queja, argumentando que su país no era una colonia. Quizá olvidando que Francia es tan “dueña” de la Amazonas como Brasil, ya que sus fronteras abarcan un buen pedazo de la misma, teniendo Francia el único territorio europeo en la región: La Guayana Francesa.

Para salvar al mundo, hay que empezar por cambiar nuestra manera de pensar. Vivimos acostumbrados a reemplazar lo roto, en vez de repararlo. Ya hace poco se descubrió que el planeta K2-18 b es perfecto para la vida humana. Tiene, entre otras cosas, agua, temperatura ideal y, lo más importante, es ocho veces más grande que la tierra. El único detalle: se encuentra a 110 años luz. Distancia que se hace pequeña cuando sabemos que la otra opción es la de conservar nuestro actual hogar.

 

@NelsonTRangel

www.netrangel.com

nelsontrangel@gmail.com