Caracas, 13 de octubre de 2019
Es de Mills, uno de los padres del utilitarismo, la idea de que “es mejor ser un humano insatisfecho que un cerdo satisfecho”. El filósofo inglés se encargó de establecer que si bien la vida giraba en torno a aquello que nos es apetecible, no todos los placeres son iguales: existen aquellos inferiores y aquellos superiores. Para Mills, un placer superior requiere de capacidades más desarrolladas, de un elemento cognitivo. Es decir, no todos serán capaces de experimentarlos sin someterse a una instrucción previa. En cambio, los placeres inferiores (como podría ser el sexo o el comer) no necesitan de este elemento, sino de la pura y simple sensibilidad.
Este preámbulo lo comparto ya que fue lo primero que me vino en mente luego de ver el “Venezuela Shore”. Confío en que todos están al tanto de la noticia: la semana pasada tuvimos el debut de un reality show transmitido por la plataforma YouTube, que narra las vacaciones de ocho jóvenes en una cómoda casa de Lechería, Anzoátegui. Para quienes lo hayan visto (o el título les sugiera algo) sabrán de que va el espectáculo. Alcohol y sexo son los verdaderos protagonistas, en un programa que se niega a respetar tanto las buenas costumbres, como la buena producción. El audio, el video, la edición; parece más bien un broma de mal gusto grabada con un celular mediocre y editado sin conocimientos ni herramientas necesarias. Es decir, desde un punto de vista ético todo está mal; y desde uno técnico, también.
Además, el formato no es nada novedoso, se ha empleado una y otra vez en todo el mundo. Meter una cámara y a unos adolescentes con las hormonas alborotadas no provoca ninguna innovación al entretenimiento televisivo. En Venezuela, si bien estos programas no los habíamos producido, hemos estado bombardeados por los mismos a través de la televisión satelital. Los más famosos: los “shore” de MTV, quienes llevan contaminando los valores de la sociedad, incluso antes de que llegaran las Kardashian.
No estoy en contra de los placeres inferiores actuales, pero sí de su exclusividad.
Ya MTV comunicó que tomaría acciones legales en contra de “Venezuela Shore”. Y es que sus creadores ni siquiera se tomaron la molestia de ocultar el plagio. Hubiera bastado con otro nombre para cubrirse las espaldas, pero la flojera creativa (o las malas técnicas de marketing) puede ser muy peligrosa. En fin, prospere o no la demanda, seguirán proliferando estos programas, al son del reguetón. Y es que su éxito está ligado a una crisis del sistema cultural que permite que estos placeres inferiores “triunfen” frente a otros que se encuentran lejos de ganar los mismos niveles de aceptación entre los jóvenes. ¿La música, la danza, la ópera? La cultura en general se encuentra verdaderamente en situación de emergencia. Es decir, el futuro parece centrarse exclusivamente en los placeres inferiores -como bien lo dijo un miembro del elenco de Venezuela Shore-, aquellos que no se necesitan desarrollar.
Pese a ello, hubo una reacción conjunta poblacional. Debo decir que ha sido la primera vez en mi vida que veo a los venezolanos tan unidos en contra de un solo mal. Nunca hemos estado tan cerca del entendimiento. Incluso, hasta aquellos que desconocen a Tareck Willian Saab como Fiscal General, aplaudían su enunciado de abrir una investigación al programa. Extraño, pero es así. Algunas veces lo que se requiere es de indignaciones culturales colectivas para generar cohesión social.
No estoy en contra de los placeres inferiores actuales, pero sí de su exclusividad. El hombre se ha vuelto flojo, y busca emplear su tiempo libre para el ocio banal y altamente negativo, sin dedicar un poco a su crecimiento personal. A la muerte de Giuseppe Verdi la ciudad de Milán salió a la calle en luto. Su público era el pueblo, tanto el rico como el pobre. Su procesión quedó inmortalizada en una foto que refleja el interés multitudinario de la época por los placeres superiores. Nadie puede decir que un milanés promedio de principios de siglo XX era más culto que un ciudadano del siglo XXI. Pero seguramente nuestro antepasado sentía curiosidad por la cultura, cosa que hoy no se siente, ni tampoco interesa sentirla.
@NelsonTRangel
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