Caracas, 1 de marzo de 2020

 

La Bauta es la máscara por excelencia del carnaval veneciano. Si bien es un traje completo, destaca sobre todo la máscara que lleva el mismo nombre. Se trata de un antifaz a cara llena, que solo deja espacio para los orificios de los ojos, y alargado en su punta. De esta manera, es posible comer y beber sin necesidad de removerla. Por ello su gran conveniencia.

Durante los carnavales de Venecia, que tienen casi 1000 años de existencia, los trajes y máscaras son ricos y variados en su diseño y estilo. Sin embargo, una nueva, que no había desfilado en los últimos 10 siglos, predominó en estos últimos carnavales del 2020: la mascarilla médica. Pues, con la alerta del creciente Covid-19, el 23 de febrero se pudo observar a los participantes reunidos en San Marco mientras llevaban la mascarilla, sea sola o junto al resto del traje típico veneciano. Una verdadera locura.

Así, Italia pasó en menos de 24 horas a ser el país más contagiado de occidente por Coronavirus. El viernes 21 de diciembre tenía unos 3 casos (dos de ellos ya curados). El sábado 22 amanece con una cifra escandalosa: 20. Para la noche del mismo día iban por los 69 y el domingo 23, ya se superaban los 100. Ante esto, el carnaval tuvo que terminar de forma forzada y accidentada ese mismo 23, cuando se evidenció que dos habitantes del centro de Venecia dieran positivo al virus.

En búsqueda del paciente cero

En estos casos, individuar el paciente cero es crítico para contener el problema. Así sucedió en Reino Unido, con el empresario que contagió a 7 personas en poco menos de 1 día. Los casos se controlaron y aislaron velozmente y el virus se pudo contener. En Italia, en cambio, el paciente cero nunca apareció. Y, a medida que pasaba el tiempo, con el creciente número de casos, resultaba innecesario encontrarlo.

Sin embargo, el paciente 1 si se consiguió. Y fue la desidia de un hospital en Codogno (norte de Italia) lo que desencadenó la epidemia. La historia fue así: un hombre, de 38 años, llega con malestares respiratorios a la emergencia del hospital. Al tratarse de alguien joven, deportista y sano, se procedió a tratar sin considerar el posible virus. El protocolo en ese entonces para descartar el virus chino versaba en dos simples preguntas: “¿Ha estado en China los últimos 14 días?, ¿Ha tenido contacto con alguien contagiado?”. Pues, si ambas respuestas eran negativas, el test no se realizaba. Ya que no se sabía que el virus ya había entrado en Italia.

Pese al desafortunado error humano, Italia ha reaccionado con un profesionalismo impresionante.

Pues, día y medio pasó el paciente en el hospital. Tuvo contacto con decenas de personas, entre personal médico, amigos y familiares que lo iban a visitar. Entonces, luego de 36 horas, fue que se decidió hacerle la prueba, lo que arrojó el resultado más escalofriante de todos: positivo. Escalofriante no porque se trate de un virus mortal (la tasa de mortalidad es de 2% en China y 0,7% fuera), sino por su fácil propagación.

Torpeza de un hombre, error para la humanidad

Pese al desafortunado error humano, Italia ha reaccionado con un profesionalismo impresionante. En el norte, se han aislado pueblos enteros, se han establecido perímetros de seguridad. Las actividades se han limitado (museos, teatros y cines cerrados) y la información ha sido a tiempo real. Se han conducido cientos de pruebas y existe una suerte de toque de queda luego de las 18:30h, hora en la cual todos los bares y discotecas deben cerrar, solo pudiendo permanecer abierto los restaurantes. Ante esto, me doy cuenta de que si en un país tenía que ocurrir, Italia tiene las capacidades para afrontarlo.

El error italiano fue el de subestimar la situación, creyendo que jamás les iba a llegar de esta manera. Pues, la Organización Mundial de la Salud ya advirtió la posibilidad de Pandemia, así que ningún país se puede permitir la misma excusa. Aprendamos pues de los errores y aciertos de los italianos, pues el coronavirus se acerca. Y en guerra avisada no debería de morir soldado.

 

@NelsonTRangel

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