Caracas 8 de marzo de 2020

 

En la vida hay momentos oportunos para las bromas, pero el buen humor no es siempre la mejor manera de afrontar las dificultades. El problema es cuando este humor, más que risas, resulta en irrespeto. Pasó esta semana con un video publicado por Canal Plus, una televisora francesa que mostraba a un cocinero preparando la “Pizza al coronavirus”, satirizando el hecho de que, desde Italia, esta terrible enfermedad haya sido exportada a demás países de occidente. Quizá, haya sido un intento de calmar las aguas que ha agitado el Covid-19; con el implemento de un chiste que carece de gracia y goza de ofensa.

La culpa no es de la pizza

Para encontrar algo, hay que buscarlo. Los especialistas ya han confirmado que en Italia los casos de covid-19 se presentaron mucho antes de que se supiese el 21 de febrero, día en que empezó la emergencia nacional. De hecho, se cree que el virus ya merodeaba la península incluso antes de que China hiciera pública la emergencia sanitaria. Lo mismo ocurre en España, en donde una mujer murió en Valencia y, al no sospechar un posible brote del virus en ese entonces, se creyó que se debía a una complicación respiratoria. Meses después, durante la autopsia, se confirmó que la causa real de la muerte era coronavirus. Es decir, al igual que en Italia, el mal ya había entrado en España; y, como ya dijimos, si se busca, se encuentra.

El covid-19 lo curaremos más temprano que tarde. A diferencia de la xenofobia, que es un virus destinado a durar para siempre.

Es por ello que el patrón ha sido el de investigar selectivamente a todo aquel que provenga de zonas rojas (primero China, luego Italia), descartando así al resto, ya que resultaría imposible analizar a cada habitante del planeta. Claro está que de esto deriva la culpa, y de la culpa, el desprecio. Primero lo vimos con la xenofobia hacia los asiáticos, que en realidad era contra los chinos, pero que se esparció hacia todo aquel que tuviera la brida mongólica. Luego hacia los italianos, que al parecer ya habían olvidado lo que significaba ser discriminados. Y es que, al final, el covid-19 lo curaremos más temprano que tarde. A diferencia de la xenofobia, que es un virus destinado a durar para siempre.

Venezuela

Al momento de escribir este artículo no hay casos confirmados de coronavirus en Venezuela. Sin embargo, que no nos extrañe que el virus ya se encuentre deambulando libremente por el país. Es cierto que nos “beneficia” la crisis, en tanto nuestra tierra dejó de ser un destino deseado por los turistas en general. Pero nuestro maltrecho sistema sanitario público carece también de la capacidad de determinar (y, en tal caso, curar) un posible brote.

Siempre me ha gustado el humor del venezolano, que le ha servido de resiliencia para enfrentar las situaciones más complejas. Pero también he añorado un poco de seriedad en los momentos oportunos. Que llegue el coronavirus a Venezuela me parece inevitable, y comienzo a sentir en la población un mínimo de preocupación al respecto. Preocupación que, al fin de cuentas, es minúscula comparada con aquellos que banalizan el tema y apelan al humor negro para desprestigiar una emergencia mundial. Por ello, más que una burla, recomiendo empezar a adoptar los consejos de sanidad, que son útiles incluso para tiempos normales. Me refiero a lavarse las manos con frecuencia, no tocarse la cara, toser en el codo y usar las mascarillas quirúrgicas cuando se tiene alguna enfermedad. Esto último -una práctica común en Japón- tiene como propósito el de no contagiar al otro de lo que uno pueda poseer. Un nivel de colectividad avanzado que debería ser universal.

Reflexión final: El 3%

Se ha buscado tranquilizar a la población disminuyendo la importancia del virus. No es tan mortal como se cree, pero se contagia mucho más fácil que una gripe común. Esta última, por cierto, con una tasa de mortalidad de 1%, mientras que la del coronavirus ya va rondando el 3%. Este porcentaje ha sido la excusa para calmar la histeria colectiva, siempre agregando que no hay nada de qué preocuparse, ya que la gran mayoría de aquellos que mueren superan los 65 años de edad.

¿Acaso después de los 65 la vida es menos preciada?

 

@NelsonTRangel

www.netrangel.com

nelsontrangel@gmail.com