Caracas, 31 de mayo de 2020

 

No soy economista, ni experto en temas petroleros. Pero he vivido suficiente en Venezuela para saber como se desenvuelven los acontecimientos. Empezando porque el precio de las cosas, sea cual sea, jamás baja. Siendo quizá el más icónico el del dólar, que se convirtió en nuestra moneda de facto, en un país que se dolarizó, sin adoptar esta divisa como su moneda de curso legal.

La gasolina

Del tema que quiero hablar es la gasolina. Ante la escases crónica, varias mafias se han posicionado encontrando un nuevo mercado. Cuatro y hasta cinco dólares el litro te puede llegar a costar, siendo así uno de los combustibles más caros del planeta; en un país rico en petróleo, cuya gasolina era más barata que el agua.

De hecho, el incremento -nuevamente, de facto- del precio pasó de 0,004 céntimos de dólar/litro a circa $4, en cuestión de meses. Es decir, un incremento del 100.000%. Considerando que la revuelta social más famosa del período democrático del siglo XX venezolano se debió, en gran medida, a un aumento progresivo del precio del combustible; comenzando por 30%, para llegar finalmente al 100%. Aumento que, por cierto, no llegaría a consolidarse.

Así lleguen tanqueros de gasolina y el precio se busque sincerar, una cifra real no podría ser la manejada por el mercado negro.

Por otro lado, si esto se tratase de un aumento real, al menos encontraríamos tranquilidad en el hecho de que el dinero sería almacenado en las arcas del Estado. Es decir, el dinero podría ser reinvertido en la sociedad. Pero cuando las mafias se posicionan, los ingresos van directamente a su bolsillo, sin si quiera reportar ese mísero $0,004 de precio actual oficial.

Mi pregunta ante esto: ¿hay solución? Así lleguen tanqueros de gasolina y el precio se busque sincerar, una cifra real no podría ser la manejada por el mercado negro. El bolsillo del venezolano promedio (es decir, de la grandísima mayoría) no podría permitírselo. Ya Maduro dijo este 27 de mayo que será cobrada en dólares, cuyo que el precio se está consultado. Y es que -esperando equivocarme- no hay mucho que consultar, ya las mafias tomaron el control y se encargarán de almacenarla y distribuirla, siempre más cara.

El desafío ambiental

Poco antes de la pandemia, el mundo hablaba solo de una cosa: el desafío ambiental. Estrellas como Greta Thunberg brillaban ante una causa justa y necesaria. Ahora, si algo bueno trajo la cuarentena, es la disminución del CO2 en el aire. Pues se trata de un hito sin precedente de alrededor de 4 y 8 porciento; es decir, entre 2000 y 3000 millones de toneladas. Pese a ello, se ha advertido que para que esta disminución sea efectiva ha de darse en un período prolongado de tiempo. Y que una reactivación forzosa de la economía mundial podría ser más dañino que las proyecciones que se tenían para el 2020, antes de haberse considerado la pandemia.

Es por ello que las ciudades han desarrollado planes para una reactivación ecosostenible. Lo vemos en el caso de Ámsterdam con su proyecto “donut”, o en Milán y su intención de incrementar el uso de la bicicleta y disminuir el del automóvil. Pero también en sitios desconocidos, como San Lazzaro di Savena, una pequeña ciudad italiana de 33.000 habitantes en donde su alcalde ha logrado un reducción del 18% de la tasa de desechos de los ciudadanos.

En nuestro caso, ni se recicla ni se usa la bicicleta. Caracas es una ciudad compleja para hacerla ciclable. No es Ámsterdam ni Milán, tiene un terreno irregular, montañoso e inclinaciones pronunciadas. Tampoco posee sendas ciclables y la inseguridad asecha a quienes se desplacen lento y desprotegidos. No obstante, es cierto que el uso de la bicicleta ha incrementado en la ciudad, basta con salir de casa para notar una práctica que se veía reservada a los domingos en zonas como la Avenida Boyacá y el Paseo Los Próceres.

Pero sabemos que no se trata de una política bien establecida, sino de una problemática mayor. Demostrando, una vez más, que a Venezuela le gusta ir en la dirección correcta, por medio de las políticas equivocadas. Quizá la solución sea esa, promover las condiciones para la bicicleta, en vez de la gasolina iraní. Es solo una idea de cuarentena.

 

@NelsonTRangel

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