Caracas, 7 de junio de 2020
Hoy todo es Covid. Difícil es encontrar noticias que no lo reseñen. Y es normal que así sea, puesto este mal tiene paralizado al mundo y promete dejarnos una herida difícil de curar. La fecha será recordada, quizá como el momento en que nos paralizamos todos por igual. Cuarentena universal, sin discriminación alguna. Un evento único que nos hace repensar la globalización. Viendo que, si el futuro es estar conectados, la información real y pertinente entre los Estados tiene que fluir con extrema libertad. Al igual que los virus.
George Floyd
Pese a ello, esta semana se presentó una lamentable excepción en las noticias: el asesinato de George Floyd a manos de la policía de Minneapolis. El video corre libre por internet y la bestialidad de los agentes ante un hombre que suplicaba por su vida es difícil de entender. Pocas muertes han resaltado tanto como ella, cuyos efectos se han multiplicado a través de manifestaciones a lo largo del globo.
Y es que el saqueo parece ser una respuesta usual ante situaciones similares.
En los Estados Unidos no se había visto tanta euforia desde el asesinato de Martin Luther King. Trump, sin embargo, da su respuesta usual. Porque pese a condenar los hechos, ha subestimado la escalada social, cosa que enfurece aún más a aquellos que quieren ser escuchados, y piensan que están siendo ignorados.
El saqueo como protesta
En Venezuela conocemos el saqueo como herramienta de protesta. Ocurrió durante el caracazo, cuando la molestia colectiva llevó a desvalijar tiendas enteras de cosas que, además, no respondían a la necesidad clamada. Así lo reseñaba un Profesor que tuve en la Universidad, quien comparaba el ejemplo con Les Misérables de Víctor Hugo, diciendo que no se podía imaginar a un Jean Valjean, hambriento, robándose algo que no fuese pan.
Y es que el saqueo parece ser una respuesta usual ante situaciones similares. Lo vimos hace poco en Chile y ahora lo vemos replicado en los Estados Unidos. Quizá se deba a que el hombre, en su inmensa necesidad, busca desesperadamente cubrir sus carencias por medio de productos que, si bien no le son esenciales para vivir, forman parte de la cotidianidad. De esto se ha agarrado Trump, dándole mucha más importancia al saqueo, que a la muerte de Floyd, y lanzándose frases como: “cuando los saqueos empiezan, los disparos le siguen”. Sentencias que, por cierto, han llevado a la Casa Blanca a compararlo con Winston Churchill, durante la segunda guerra mundial. Lo que nos hace pensar que Trump, al igual que Churchill, está apuntando los fusiles a sus enemigos, y no tiene problemas con esconderlo.
Pero, ojo, no quisiera justificar el saqueo como mecanismo de protesta. El problema es tan grave que incluso llega a deslegitimar el mismísimo reclamo social, dándole argumentos a quienes se oponen a ella. Cosa que también resulta lamentable. Ya que, pese a que una sea consecuencia de la otra, nada tienen que ver. Y escudarse en la violencia del saqueo para deslegitimar un problema real, no resulta más que una canallada.
Venezuela
Todo gira en torno al virus, incluso Floyd parece que lo tenía. Pero en Venezuela, en cambio, muchos son los temas que nos aquejan diariamente, y como aquí “no somos racistas” “ni machistas”; en fin, “no discriminamos a nadie”, el punto parece no parece preocupar. Y el coronavirus también afecta poco, porque los anticuerpos criollos (acostumbrados a la falta de agua) ya se han desarrollado para aguantar “cualquier virus chino”. Además, “como el sol lo mata”, no conviene estresarse tanto.
Evidentemente son todas sentencias que se escuchan cotidianamente. La canalización del virus, del caso de Floyd, o de cualquier otro problema, son solo ejemplos de que nuestras carencias son tan profundas que no tenemos tiempo para reflexionar sobre otros temas. Ahora, es la gasolina, y mientras así sea, dudo que tengamos tiempo para otra cosa.
@NelsonTRangel
nelsontrangel@gmail.com