Caracas, 21 de junio de 2020

Junio 2019

Hace justamente un año escribía para este medio un artículo titulado: Turismo apocalíptico. El mismo hablaba del auge del turismo en Chernobyl, impulsado por la serie homónima de HBO. La misma que superó el récord de audiencia en streaming (HBO GO y HBO Now) que tenía Juego de Tronos; alcanzando un 52% de los espectadores frente a un 46% que obtuvo GOT.

Para quienes no la hayan visto, hago nuevamente la recomendación de aquel entonces: combinarla con el podcast de la serie. El entrevistador Peter Sagal complementa cada episodio de la serie con una extensión y explicación detallada de Craig Mazi, creador, escritor y productor ejecutivo de la misma. De esta manera resulta fantástico el ejercicio multimedia: ver un episodio y luego escuchar al creador hablar de su experiencia mientras lo ideaba es realmente una maravilla. Además, ayuda a separar la ficción de la realidad. Considerando que el cine se tiende a tomar libertades en aras de dramatizar (aún más) lo sucedido. Sin embargo esta serie es apreciable por lo canónico que trataron de ser con los hechos.

Ahora, más allá de una recomendación cinematográfica, la intención de ese artículo era abordar el tema del aumento del turismo en esa zona de Ucrania. Y no fue poco, pues estamos hablando de un 40% luego del increíble éxito de la serie. Y, como bien señalábamos en aquel entonces, el problema no es la curiosidad que despertó un evento trágico real, sino el poco entendimiento de las consecuencias reales del mismo. Es decir, la poca capacidad para discernir y aventurarse al peligro sin importar los altos niveles de radiación. Este tipo de turismo se conoce como “turismo apocalíptico” y, al parecer, es tremendamente demandado en el mundo. Otros ejemplos populares son Auschwitz e Hiroshima.

 Junio 2020

Es increíble como tanto puede cambiar en tan poco tiempo. Hoy, en medio del pandémico covid19, el turismo apocalíptico se ha extendido a todo el orbe. No hay zona alguna que se escape del mismo y, si no fuese por la limitación en el movimiento, sería una verdadera aventura riesgosa moverse fuera de la propia ciudad. De hecho, hasta hace poco, salir incluso de la casa -sin que se tuviese una justificación motivada- era considerado un delito. 

Es por ello que el daño al turismo es sencillamente incalculable. El sector se congeló prácticamente en su totalidad. España anunció 4250 millones de euros para ayudar a la industria, mientras que Italia dará una suerte de “bonos de descuentos” para que las personas puedan viajar al interno del país.

Las proyecciones son fatalistas casi en su totalidad. Algunas hablan, incluso, de 78% de perdida en el sector. Esto, sin contar los cientos de millones de empleos y lo afectadas que quedarán las economías que dependen fuertemente de este ingreso. Para tener una idea, en España, el turismo aporta(ba) casi 15% del PIB del país. Es decir, el sector que más riqueza aporta(ba) a la economía española, diezmado súbitamente. En Venezuela sabemos de ello, ya que nuestra economía no es sana y suele tender de un ligerísimo hilo que puede fluctuar radicalmente su precio: el petróleo.

¿Junio 2021?

Los males no están destinados a durar para siempre y lo único que podrá salvar al sector es una vacuna contra el virus. Los más optimistas estiman que para finales de este año se pueda tener, aunque lo mismo se decía de la vacuna contra el VIH y hoy, 36 años, 80 millones de contagios y 39 millones de muertes después, el mundo sigue sin dar con una.

Por esta razón los expertos no se cansan de decirnos que aprendamos a vivir con la enfermedad, adaptándonos a esta nueva realidad. El turismo, tendrá que hacer lo mismo y si Chernobyl aprendió a sacarle provecho a la situación (puesto promete durar 24.000 años más), el resto del mundo deberá seguir el ejemplo. 

Eso, o no salir de casa.

@NelsonTRangel

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