Caracas, 18 de octubre de 2020

Era 1992 y George Bush (padre) estaba de gira presidencial en Australia. Pasaba con su limusina blindada mientras saludaba a la multitud con el símbolo “V”, de victoria. Sin embargo, para su desconocimiento (o quizás no) el símbolo con el dorso hacia fuera significa una ofensa en el Reino Unido, Irlanda, Australia y Nueva Zelanda; similar al dedo medio en el resto de occidente.

El origen de la afrenta del dedo medio es bien conocido. Quizá porque sea un símbolo occidental y porque data de los mismos griegos. Por supuesto, asemeja un falo y los romanos lo consideraban ya el “dedo impúdico”. Pero, en el caso de la “V” británica, es curioso buscar su significado. Incluso el mismo Churchill lo empleaba de esta manera, la grosera, al momento de motivar a las masas durante la Segunda Guerra. Claro, en su caso pudo haberse tratado de una equivocación ante el público, o un mensaje enmascarado en contra de la prensa. Quién sabe.

Gestos de guerra

El origen del insulto no se conoce con precisión. El mito existe y, como todos, es interesante. El mismo dice que fue empleado, por primera vez, durante la guerra de los cien años (1337-1453), más específicamente durante la batalla de Agincourt (1415); la cual, por cierto, es magníficamente proyectada en la obra de Shakespeare: Henry V. En aquel entonces, los franceses, amputaban los dedos índice y medio de los ingleses capturados para así imposibilitar su uso del arco y flecha. Consecuentemente, los galos hacían el gesto para burlarse de ellos.

Esta ofensa es gesto nacido de un conflicto bélico, con enemigos claros a los que se buscan agredir tanto física como psicológicamente. Un gesto de guerra, si se quiere. Pensé en él, gracias a una publicidad de una agencia de turismo en Berlín que muestra una señora con su mascarilla apuntando el dedo medio y un mensaje que reza: “el dedo medio para todos aquellos sin una máscara”.

Y no es para menos, puesto que la efectividad de la mascarilla se ha demostrado una y otra vez. Es el medio preventivo más exitoso contra el virus, lo que hace menester su uso obligatorio si se quieren disminuir los contagios. Pese a ello, países como Italia y España, han vacilado en su obligatoriedad, dejando a la población actuar con descuido durante los meses de verano. Hoy se quiere volver a imponer, sin considerar que las libertades son difíciles de arrebatar, los derechos son progresivos y volver a implementar medidas de contención resultará ahora más difícil de calar en la población.

En Alemania, algunos líderes social-demócratas criticaron el gesto de la publicidad diciendo que la situación es “muy seria para bromas estúpidas”. Estoy de acuerdo y es que la guerra de hoy se lucha contra un enemigo invisible, el virus; y uno visible, los descuidados. Los gestos calan más que las palabras, lo que puede generar consciencia. Institucionalicemos así la práctica alemana y cada vez que veamos a un negacionista enseñémosle el dedo.

@NelsonTRangel

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