Caracas, 20 de diciembre de 2020
A principios de año, cuando empezó el pánico, las consecuencias del covid-19 todavía se especulaban. Y para especular están los economistas, que viven de hacer proyecciones que generalmente no se cumplen.
Sin duda la economía sería lo más afectado. Por ende, los “especialistas” en la materia, corrían alarmados anunciando el fin de los tiempos. En la carrera por la credibilidad el difundir el mensaje apocalíptico, se prefería el método comparativo: “la peor recesión desde la segunda guerra mundial”, “la crisis económica más grande de los últimos 150 años”. Sin embargo, fue Kenneth Rogoff, economista en jefe del Fondo Monetario Internacional, quien ganó en el discurso, ya que optó por agregar la ciencia ficción al decir que los efectos de esto serían similar a una invasión alienígena. Yo a los alienígenas me los imaginaba de muchas formas, pero no como cepas.
Chistes al respecto no tardaron en llegar, sobre todo cuando pocos meses atrás de la noticia (en septiembre 2019) tres millones de personas quisieron asaltar el Área 51 para confirmar la vida extraterrestre. Hoy, casi un año después, el General retirado Haim Eshed, treinta años jefe del programa de seguridad espacial israelí, confirma que hay una base en Marte manejada por humanos y alienígenas.
Es impresionante que acuerdos bilaterales inter-razas se hayan logrado firmar, mientras aquí en casa aún no nos ponemos de acuerdo sobre el calentamiento global. Y, más aún, un Trump que no se lleva bien con la mayoría de sus “conplanetarios” pudo manejar la diplomacia intergaláctica sin exigir aranceles demás. Es más, según Eshed, Trump quiso revelarle al mundo la existencia de esta base marciana, pero fueron los mismos alienígenas quienes lo persuadieron para mantener silencio.
Pero más allá de la diplomacia de Trump y de su supuesta transparencia política, impresiona aún más que la “noticia” no haya causado tanto revuelo en el planeta tierra (quizá en el espacio sí), y probablemente se deba a que, como bien dijo Rogoff, nuestra invasión extraterrestre ya la tuvimos con el covid. Ahora, toca simplemente cancelar los vuelos a Marte (esto se tendrá que hablar con Musk) para evitar elevar la pandemia a niveles intergalácticos.
Por mientras, en la tierra, seguimos con las contradicciones políticas que no dejan reposar al virus. Medidas que flexibilizan por períodos cortos, para luego radicalizarse a los pocos días. De esta forma, es imposible planificar. En Venezuela, por ejemplo, hubo una pequeña apertura en vuelos internacionales, que culminó súbitamente sin previo aviso. El gobierno, una vez más, toma acciones sin considerar a aquellos que se encuentran fuera. Los que salieron de vacaciones, tendrán ahora que resolver un retorno tortuoso que podría costarle meses.
Y es que Venezuela puede llegar a ser un país fuera de este mundo. Difícil de alcanzar, inclusive para los terrestres.
Güiria
En temas más serios, los terribles naufragios que ocurren semanalmente en Europa (de inmigrantes africanos que tratan de llegar a costas europeas) parece que llegaron a Venezuela. Las temibles consecuencias de la crisis humanitaria que vive el país, trajo consigo la muerte de 19 venezolanos en su prosa por llegar a Trinidad.
Sea cual sea el caso, el trágico evento es otra expresión del deterioro del país. Es legítimo que el hombre se empecine en la búsqueda por un futuro mejor fuera de sus propios confines; sobre todo cuando dentro de los suyos vive una situación insostenible.
Paz a sus almas.
@NelsonTRangel
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