Caracas, 14 de febrero de 2021
Los mecanismos de ayuda humanitaria son múltiples. Los más conservadores, asistencia in situ; entrega de comida, medicinas, infraestructura, etcétera. Los novedosos, la entrega directa de efectivo. Los académicos han evaluado incansablemente este último mecanismo, puesto que el mismo puede ser perjudicial si el país no tiene las condiciones necesarias para la utilización de la ayuda. Al final, ¿de qué te sirve el dinero si no hay en qué gastarlo?
Este tema no es casual. Estuve realizando una investigación respecto el programa Héroes de la salud. Una suerte de ayuda humanitaria en forma de bono, que entregó Juan Guaidó y los Estados Unidos al personal de la salud en Venezuela. Los Estados Unidos son famosos en dar ayudas humanitarias; de hecho, son el país que más aporta. Pero también está comprobado que sus fines son siempre políticos; dándole la mayor parte de su ayuda a países que previamente bombardearon. En nuestro caso resulta doblemente curioso el tema, ya que se ha dispuesto de un fondo para Venezuela (a través del USAID), luego de que el Tesoro estadounidense congelara más de 300 millones de dólares del Banco Central venezolano.
En fin, volviendo al programa Héroes de la salud, se pretendía (o pretende) beneficiar al personal sanitario en la lucha contra el COVID-19, entregando 300 dólares, divididos en tres pagos mensuales de $100. Todo a través de una plataforma llamada AirTM.
Venezuela hoy no es la misma que hace tres años. La flexibilización en los controles (y la implementación del dólar como moneda de facto) ha permitido que la economía fluya. No digo que de manera sana, pero al menos se ha experimentado una suerte de mejoría general en los bienes y servicios. El internet es un ejemplo elocuente. Al no imponer tarifas máximas, ciertas empresas (como NETUNO) están ofreciendo unos paquetes de navegación extraordinarios.
Pese a ello, el cambio no es inmediato, y el entregar una ayuda como la antes mencionada, tiene sus complejidades en Venezuela. Según el Observatorio Venezolano De Servicios Públicos, para junio 2020 el 33,7% de la población no poseía un teléfono inteligente y el 52,6% reportaba fallas en el servicio todos los días. Por su parte (y siendo esta la cifra más escandalosa), el 65,7% de los encuestados aseguraron no tener acceso fijo de internet en el hogar. Y, de los que sí lo poseen, el 65,3% dice tener fallas todos los días. Es decir, otorgar una ayuda electrónica a un país que está prácticamente desconectado.
Los efectos positivos o negativos de las ayudas en efectivo se evalúan a largo plazo. No sólo por el uso que se le da, sino por la efectiva entrega de la misma. Esto último refiere a la transparencia de la ayuda, que en este caso ha dejado mucho que desear. Al final, estamos hablando de fondos del Estado (es decir, de todos los venezolanos) que carecen de respaldos suficientes. Los venezolanos estarían, en cierto caso, recibiendo su propio dinero, sin que se les muestre un estado de cuenta.
El programa pone como tope 80 millones de dólares, de los más de 300 que se tienen congelados. Del resto del dinero, no sabemos en qué se emplea. Pese a que bien podría usarse para la adquisición de vacunas. El momento sanitario lo amerita, sobre todo cuando Venezuela es un país que no tiene un plan de vacunación.
Las motivaciones del diálogo no pueden reducirse a intereses políticos. El interés social ha de ser el principal motor del mismo. De lo contrario, nunca se llegará a un acuerdo. Por mientras, nos tendremos que ir acostumbrando al virus.
@NelsonTRangel
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