Caracas, 4 de abril de 2021
Las palabras traen consecuencias, por eso hablar es un arte delicado. No así lo piensan los influenciadores de hoy en día, que no pronuncian sentencias, sino que lanzan rayos. Lo vimos esta semana con Jean Mary Curró y Alex Goncalves quienes, en una de las actitudes más irresponsables proveniente de un “comunicador” que haya jamás visto, difamaron la campaña de Dave Capella para conseguir donaciones en su lucha contra el Covid-19. Lucha que perdió.
A través de un podcast, denunciaron que el gofundme -creado con la intención de recolectar dinero para pagar la factura del virus-, era una estafa. Y “si se equivocaban” -cito textualmente- “no era su profesión ver el futuro”. Por supuesto que no lo es, como tampoco hablar sin fundamento. Cosa que trajo como consecuencia que la mentira cobrara fuerza, mermara las donaciones y la colecta fuera lamentable.
El Fiscal, Tarek William Saab, dijo que esa actitud era de sicarios. Puede ser, pese a que no podremos nunca relacionar si con dinero el actor se hubiera salvado. Sea como sea el caso, las palabras traen consecuencias, por eso la carrera de comunicador debería de ser reservada sólo para aquellos que sepan callar lo justo y decir sólo lo necesario.
Pelea de niños
Otro que quizá no midió sus palabras fue Joe Biden. O quizá sí lo hizo, y fue su intención llamar a Putin “asesino”. Ante ello, como si de un juego de niños se tratase, Putin le respondió a Biden: “quien lo dice, lo es”. Acompañado de un “espero que tenga buena salud”; que pareció más una amenaza que un deseo de buena fortuna, sobre todo viniendo de un ex agente de la KGB, acusado además del envenenamiento del opositor Alexei Navalny.
Y el problema es que no son niños, y tampoco desempeñan roles en los que se pueda jugar mucho. Ambos países tienen el arsenal nuclear más grande del planeta y, decir que la contraparte es “asesina”, tensa los canales diplomáticos que son la primera línea de defensa de cualquier país. De Biden se esperaba otra cosa, al menos en su relación con Putin. Pero se dejó llevar por el entrevistador -que prácticamente le puso las palabras en la boca- y lanzó el cohete verbal.
De un influenciador quizá no esperamos mucho (al menos yo no lo hago), pero del Presidente de los Estados Unidos sí. Pese a que Trump nos quitó la capacidad de sorprendernos y luego de sus cuatro años en el poder sentimos que podemos esperar lo que sea del máximo mandatario de dicho país.
Este último tampoco sabía callar; tanto así que tuvieron que silenciarlo. Por lo que anunció su retorno en redes, pero a través de su propia plataforma. Una medida sin precedentes para un Presidente sin precedentes.
Nota al pie: Un lobo en Inglaterra
Los ingleses son más libres, pero aún no pueden abrazarse. Se puede hacer deporte al externo y encontrarse con amigos, pero sin tocarse. Estas son las nuevas reglas anti-COVID en Londres, ciudad que por primera vez en seis meses no reporta ni un solo muerto. Esta es la consecuencia de la política de Boris Johnson, quien acaparó las vacunas rápidamente sin dudar de su eficacia. Compró millones, a varias farmacéuticas. No titubeó ni 1 día en trámites burocráticos y fue el primer país en Europa en aprobar la vacunación. La tempística (palabra del italiano que debería tener el español) fue extraordinaria y su éxito se está percibiendo pocos meses después.
Ahora, el secreto de este éxito parece haberlo sacado de una película: El lobo de Wall Street. Al menos así lo dijo en una reunión por Zoom, al asegurar que la avaricia y el capitalismo fueron el ingrediente del éxito de esta política. No sé si el Primer Ministro terminó de ver el film; y, si lo hizo, tiene que saber cuándo parar.
@NelsonTRangel
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