Caracas, 25 de abril de 2021
Twitter es peligroso, debido a la poca responsabilidad del mensajero en lo que dice. Se espera que todos comenten sobre todo, irrespetando la máxima de la prudencia o de la coherencia en el mensaje. Cualquier persona tiene que opinar sobre los campos más diversos. No importa si los mismos sobrepasan su competencia. Ante ello, vivimos sumidos en una fatiga por el exceso de información. Fatiga que creamos y promovemos nosotros mismos.
Soy un usuario pasivo de twitter. Me gusta leerlo, sin esperar mucho de nadie. Veo noticias, pensamientos, recomendaciones, más nada. No espero que un político me de clases de epidemiología, ni que un periodista me explique sobre el calentamiento global. Tampoco espero que un científico me de una lección de historia o me enseñe sobre políticas públicas. Cada quien a su campo.
La Alcaldesa de Barcelona, Ada Colau, que tiene más de 900 mil seguidores, piensa de esta manera, y por ello ha abandonado la red social. No sin advertir que seguirá usando Facebook e Instagram. En un mundo de sobreinformación, la alcaldesa tilda al fenómeno Twitter como el de “la presencia permanente”. Precisamente eso que mencionábamos arriba de la necesidad de comentarlo todo, sin estar seguros de nada.
Twitter es comentar sin pensar; pensar, sin reflexionar. La inmediatez y simplicidad de los mensajes así lo permite. Y, al final, nadie quiere responsabilizarse por lo que dice resguardándose en el falso absoluto de la libertad de expresión. Esto último lo vimos en grande con Donald Trump, cuyo perfil tuvo que ser silenciado debido al peligro que puede representar la irresponsabilidad de las redes, en las manos de un Jefe de Estado.
Pero no todos son Trump, y no todos importan de la misma manera. Recuerdo un difamación que sufrí hace muchos años por esa red y, al momento de denunciar, la misma hizo caso omiso a mi queja. Este fue otro de los motivos de Ada Colau: los discursos de odio. Twitter, como red social, es un cultivo de odio. Y no porque la mayoría sea mala, sino porque son aquellos personajes oscuros los que más ruido hacen y lastiman sin responsabilidad. Después, están los buenos, los pasivos, que leen la red sin necesidad de polemizar. Hay otros, los valientes, que pese a pertenecer al segundo grupo, tratan de dialogar.
Nota al pie: AstraZeneca
Según estudios, el riesgo de sufrir trombos raros es 10 veces mayor por COVID-19 que por vacunarse. Pese a ello, la campaña de deslegitimación contra la vacuna AstraZeneca ha sido despiadada. Las personas están buscando no ponérsela, pese a ser de las vacunas más económicas en el mercado y con un margen de efectividad nada despreciable. En Francia, por ejemplo, aquellos que recibieron la primera dosis, recibirán ahora una segunda dosis de la Pfizer. Al respecto, poco ha hecho que líderes europeos hayan tratado de recuperar la confianza en su vacuna. Boris Johnson, Mario Draghi y, más recientemente, Angela Merkel, se la han colocado.
La guerra entre farmacéuticas es real y está usando de peones a los no-vax que gozan en Twitter con gran impunidad. Mientras tanto, las muertes por covid-19 siguen en alza y, una vacuna que puede ayudar a salvar vidas, es menospreciada. Sólo en Madrid, durante una jornada de vacunación, el 70% de las personas llamadas a vacunarse, faltaron.
La OMS también se ha pronunciado al respecto y ha resaltado que los beneficios de la vacuna AstraZeneca son infinitamente superiores a sus desventajas. La carrera para inmunizar a la población es compleja, y no sólo contamos con obstáculos científicos para superar la pandemia. Lo que nos hace ver que el virus es el menor de nuestros problemas.
@NelsonTRangel
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