Caracas, 2 de mayo de 2021
La fama siempre da de qué hablar. El problema es cuando los famosos opinan sobre temas que no conocen. Le pasa a todo el mundo, pero la tentación que produce la fama (y la presión del público por comunicar todo lo que se piensa) agudiza el problema. Es por ello que los personajes públicos deben cuidarse, puesto que sus comentarios son vinculantes ante la población (grande o no) que le sigue. Esta semana resaltaron dos casos interesantes, de un cantante y un cómico, ambos extralimitados en su campo.
Beppe Grillo
Grillo es un cómico italiano que tiene tiempo que no da risa. Aprovechó su fama para fundar un partido (el Movimiento Cinco Estrellas) cuyo objetivo era cambiar la política italiana de la hegemonía que ostentaba el Partido Democrático. Así, su movimiento logró refrescar el escenario político, generando un aire de renovación.
Sin embargo, el poder desgasta y el Cinco Estrellas tiene varios años gobernando. En el último mes no sólo vimos la ruptura del partido con la plataforma Rousseau, la cual era un mecanismo de medición de la voluntad popular que se empleaba para que las decisiones del partido fuesen lo más transparente (y democráticas) posible. Pero también el escándalo del hijo de Beppe, Ciro, que viene acusado de una joven, Silvia, de haber abusado sexualmente de ella. Al respecto gira un video del acto.
Beppe, en un ataque de ira por las acusaciones, graba un video frente a su computadora mientras grita desaforado por la acusación falsa. Además pide, en un momento de ira, que lo metan preso a él mismo, ya que considera que el ataque lo tiene como objetivo final. Su machismo descarga la acusación de la víctima y le da el beneficio de la inocencia al hijo que, según el, es un “estúpido”, pero no un violentador.
Grillo pasará a la historia como un político que se quemó fuera del poder, ya que él mismo no detentó ningún cargo público. Su movimiento, en cambio, sigue perjudicado por su más grande vocero. Al respecto, leí de un nostálgico que si le quitaban el volumen al video podría fácilmente tratarse de una broma del actor. Y es que, aunque se lo dejemos, sigue pareciendo un chiste. Uno que no da gracia.
Miguel Bosé
Bosé no necesita presentaciones, todos -al menos en el mundo itálico e hispano- hemos escuchado sus canciones. Es por ello que impresiona la entrevista que le hizo Jordi Évole dos semanas atrás. El cantante, que perdió a su madre debido al COVID-19, es uno de los negacionistas más férreos del virus. Va propagando la idea de que la mascarilla y las normas de sanidad son contrarias a la libertades personales. Y puede que sea el caso, si no contemplamos al virus que lleva más de un año causando estragos.
La entrevista, más allá del gossip general, es importante puesto revela la posición hipócrita y contradictoria de muchos que adversan las medidas anti-covid. Uno de los ejemplos más emblemáticos fue el minucioso procedimiento por el cual tuvo que pasar el entrevistador y su equipo para reunirse con el cantante. PCR, mascarilla, temperatura y gel antibacterial. Todo lo que daría tranquilidad a cualquier persona ubicada, pero contradice el discurso del cantante que cree que el virus es ficción.
Bosé declara en la entrevista que llegó a consumir hasta dos gramos de coca al día. No sé cuál será la relación, a largo plazo, de un consumo prolongado en el tiempo. Tampoco me atrevería a decir que están conectados su escepticismo al virus con su previa adicción. Pero en caso de que sus capacidades motoras se hayan comprometido a raíz de ello, sería otro ejemplo de que la droga mata, directa o indirectamente.
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