Caracas, 13 de junio de 2021
La aviación es uno de los sectores más afectados por el COVID-19. En promedio, durante el 2020, la caída fue del 80% a nivel mundial, respecto al año anterior. Y en Latinoamérica, del 96%, siendo una de las regiones más afectadas. Pero los vuelos están volviendo a despegar y la actividad económica moviéndose con cierta timidez. Este último mes tres eventos relacionados me llamaron la atención. Procedo a contarlos.
De Ibiza a Bergamo
El primer caso es el más baladí, pero por ello no deja de ser interesante. Las aerolíneas están haciendo un esfuerzo por reabrir y el personal a bordo tiene la necesidad de recuperar su trabajo. Pero en medio de todo nunca faltan los insolentes. Así lo vimos durante un vuelo de Ibiza a Bergamo, cuando una italiana -en traje de baño parecía- empezó a insultar a varias personas por haberle dicho que mantuviera el distanciamiento social y utilizara la mascarilla.
Ella, “tiene un hermano juez”, al parecer. Lo que grita a todo pulmón, mientras amenaza a todos con consecuencias legales por los actos que ella está cometiendo. De hecho, al final de todo, advierte que tomará medidas contra quienes la grabaron y difamaron. Sin considerar que la difamación fue obra propia y el haberla grabado fue sólo un mecanismo de defensa para los espectadores que, ante una persona así, deben de registrar cada movimiento para luego poder cubrirse de la posible infamia. Sobre todo el personal a bordo, que tiene que lidiar con la insolencia ajena, mientras pone su trabajo en peligro.
De Atenas a Vilna
Quizá sea el más emblemático de este año, y lo seguirá siendo por mucho tiempo. Un avión comercial, de Ryanair, cubría su destino entre dos capitales europeas: Atenas y Vilna. Cruzando por Bielorrusia, las autoridades lo obligaron a aterrizar. Muchos lo consideran un “secuestro aéreo” -que bien pudo haber sido- ya que en el avión se encontraba un crítico al Presidente Lukashenko, Roman Protasevich.
Al piloto de la línea irlandesa le dijeron que viajaba una potencial bomba. Y seguramente sí, ya que así ven los autócratas a la oposición: bombas que deben desactivarse a tiempo. Ahora, la Unión Europea optó por sancionar fuertemente al país, esto con la intención de que liberen al opositor que maneja unos canales de presión por Telegram más fuertes. Pero si algo sabemos los venezolanos, es que las sanciones aíslan a los países y los espantan en la búsqueda de enemigos en común. Aquí reaccionó rápidamente Rusia, quien reavivó el viejo temor europeo de una absorción de Minsk por parte de Moscú.
Escapando del COVID-19
El último caso es nuevamente político, pero esta vez interno. Se trata de los viajes de Elisabetta Casellati, la Presidente del Senado italiano, quien realizó 124 vuelos en menos de un año. Ella, quien tiene su residencia en Padova, pero trabaja en Roma y pasa su tiempo libre en Cerdeña, aprovecha del avión asignado para cubrir rutas que cuestan cinco mil euros la hora. Lo que ha dado un total de un millón de euros en menos de un año.
Las excusas son la falta de vuelos comerciales, pese a que se ha demostrado que, en varias oportunidades, su misma ruta era cubierta por un avión comercial, cuyo boleto vale 90 euros. El problema no es que haya aprovechamiento de los recursos del estado, el problema es cuando la denuncia no existe. Al menos en este caso existe la segunda.
@NelsonTRangel
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