Caracas, 27 de junio de 2021
La acepción más popular del término “infortunio” es “fortuna adversa”. La “fortuna” tiene un papel en nuestra vida, es aquel elemento que el hombre no controla. Sancho la descre como “una mujer borracha y antojadiza, y sobre todo ciega”. Don Quijote le reprochaba porque consideraba que no existía: “cada uno es artífice de su ventura”. Sea excusa o no, la fortuna forma parte de los hombres desde siempre.
En las últimas semanas he visto muchas desaventuras. Distintas todas entre sí, quise recoger tres: la de un presidente, la de un alcalde y la de un ciudadano común. Todas contrastan y demuestran que el destino puede jugar trucos con nosotros. Y que el hilo vital tiende finamente y puede perturbarse por simples tropiezos. Algunas resultando irrelevantes y otros mortales.
Alberto Fernández
Para mi una forma de infortuna es querer transmitir un mensaje, y obtener el efecto contrario. Eso le pasó hace dos semanas al Presidente de Argentina, Alberto Fernández, quien, en plena visita de su homólogo español, Pedro Sánchez, comenta: “Los mexicanos salieron de los indios, los brasileños de la selva, pero los argentinos de los barcos”. Lo que pretendía ser un halago a la herencia española y europea en general, se convirtió en tema de indignación.
Fernández no fue objeto de la fortuna borracha que diría Sancho. Más bien, fue culpable de su propia torpeza, como bien pensaría el Quijote. Creyó citar a Octavio Paz, pese a que éste nobel realmente dijo que los “mexicanos descienden de los aztecas, los peruanos de los incas y los argentinos de los barcos”. La última parte se le escuchó también a Jorge Luis Borges quien, durante una entrevista, respondió que los argentinos venían de los barcos. Sea cual sea el caso, la frase del Presidente no proviene de escritores, sino de la música de Litto Nebbia, lo que demuestra que es mejor oyente que lector.
Stefania Bonaldi
Este es un personaje menos conocido. No gobierna un país de 45 millones de habitantes, sino una ciudad de 35 mil. Me refiero a Crema, una pequeña ciudad en la región de Lombardía, Italia. La misma está siendo investigada porque un niño se ha pisado el dedo con la puerta de una escuela. El tema no es ficción, es una absurdez quijotesca. Al pequeño no le ocurrió nada permanente, más allá de demostrar que los políticos tienen que cuidarse no sólo de lo que hacen, sino también de lo que dejan de hacer.
Matteo Cecconi
Este es el caso menos conocido, pero más importante. De Matteo se hubiese podido hacer algo, pero la fortuna jugó en su contra. El joven estaba atormentado por una terrible oscuridad; el enemigo estaba dentro de sí. Muchos pasan por esto, es una frágil apuesta entre la vida y la muerte. Para eso hay expertos, números de atención a las víctimas y psicólogos que orientan a quienes deambulan en sus sombríos pensamientos.
No fue el caso de Matteo, que buscó asistencia en el lugar equivocado. Lejos quedaron las escenas de la persona al borde del puente que es convencido de no saltar. Matteo se encontraba frente a su computador, miembro de un grupo con otros 17 mil inscritos. Todos, como Matteo, buscando auxilio a su sufrimiento. La diferencia es la filosofía del grupo, que te ayuda a dar “el último paso” al desenlace no deseado. Ese fue su caso, después de conversar con 10 personas que lo terminaron de disuadir a beber el veneno. Lo que demuestra que, en pleno siglo XXI, los padres tienen el enemigo en casa.
@NelsonTRangel
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