Caracas, 12 de septiembre de 2021
El problema con las redes sociales es no poder verificar su contenido. La lucha actual de las grandes empresas es precisamente esa: buscar ponderar lo “real” dentro de un mundo de ficción. Primero comenzó Twitter, con la práctica del iconito azul al lado del nombre del usuario. Esto, luego fue adoptado por Facebook, dentro de toda su universo de redes. Sin embargo, el ícono lo que indica es si alguien es “real” o no. Es decir, si su nombre y semblanza representa quien dice ser. Y no si lo que está diciendo tiene algún tipo de coherencia.
Para tener una idea de lo que mueven los verificados, el último cisma de redes fue el traslado de Messi y de Ronaldo; el primero al PSG y el segundo al Manchester. Pues dentro de la fanaticada que sigue al jugador y no al equipo, los millones de “me gusta” abrumaron tremendamente. Uno de los clubes, por ejemplo, se hizo con cinco millones seguidores en una red social sólo por haber recibido al argentino. Ni hablar lo sucedido con el madeirense, que en una sola hora superó los “likes” que tuvo la publicación de Messi en una semana.
Esta fama exacerbada nos ha llevado a vivir en un mundo en donde opinar se ha vuelto una necesidad. Atrás quedó el tiempo en que la gente se limitaba a hablar sobre aquello que conocía. Precisamente ese iconito azul viene con una responsabilidad: pues cualquier tópico actual debe ser comentado por los “verificados” de las redes. Al menos eso les exige el público.
Los influencers se han convertido entonces en jueces de la vida. Vean por ejemplo lo que ocurre en Venezuela con aquellos que han visitado nuestro país últimamente. Primero vino un Youtuber llamado “Alextienda”, quien hizo una serie documental que cobró gran fama. Esta persona fue criticado por ambos lados de la polarizada audiencia, pues cada comentario positivo o negativo estaba asociado a una postura que rápidamente se enmarca dentro de la realidad política del país. Lo mismo ocurrió con otro mexicano, “Luisito Comunica”, de quien se esperó ansiosamente sus comentarios para ver la situación que atraviesa el país.
Juzgar el desempeño del país resulta complicado. Es cierto que existe una sensación general de mejoría (esto respecto a los últimos años de la década pasada), pero también vivimos en una distopía compleja de llevar. No sólo por la inseguridad y la escasez de servicios básicos, sino por una falta de protección colectiva que sopese el alto costo de la vida. Alto costo que se originó con una liberalización brusca del mercado, que se ha venido regulando sólo los últimos dos años. Eso mismo fue lo que notaron los influencers mexicanos: una mejoría general, pese a tratarse de un país pobre y paradójicamente caro.
Las redes como problema
Sé que los comentarios de estos individuos tendrán más peso que el de cualquier economista, politólogo o estadista. Y no porque sean profesionales en el campo sobre el cual opinan, sino porque lo son en el comunicacional. El aprieto resulta cuando el mensaje es contraproducente y puede generar, incluso, la muerte.
Los patrones de entretenimiento han mutado. El celular y las redes son el principal medio, al menos para las generaciones más jóvenes. Atrás se quedó la televisión y la radio, que sí estaba lo suficientemente tutelada para que no representara un riesgo dentro del hogar. Ahora, el enemigo está infiltrado y los padres tienen un reto colosal por delante.
Hace unos meses, una influencer de moderada fama, Heather Dunn, hacía un video en Tiktok en donde “enseñaba” a blanquearse los dientes con un quita manchas de superficies. El video tuvo millón y medio de visualizaciones y miles de comentarios. Entre ellos, se encontraba el de un dentista que desaconseja la práctica por considerarla (como mínimo) “tonta”. El problema es que este dentista sólo estudió en la universidad y ejerce su profesión. Posición insuficiente en las redes, en donde nada de eso vale, sino el “verificado azul”.
La paternidad hoy en día no es algo sencillo de llevar. Una madre vio el video y denunció la situación. Cosa que no bastó. Tuvo que, incluso, botar el quita manchas porque su hija de 16 años no quiso creerle. La autoridad paternal tampoco es suficiente contra el peso de las redes.
Precisamente escribí hace unos meses el caso de otra joven que, por medio de un reto (blackoutchallenge) perdió la vida. Antes daba tranquilidad que los hijos estuvieran en casa, hoy ni siquiera eso.
@NelsonTRangel
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