Caracas, 19 de septiembre de 2021
El sueño de muchos es ser pagado sin necesidad de trabajar. Sueño que se materializa momentáneamente durante las vacaciones pero que se conquista al final de una larga vida de trabajo mediante la pensión. Es decir, se trata de un sueño que se gana: ya que pagar impuestos toda una vida te debería garantizar, al momento de la tercera edad, una jubilación digna del tiempo trabajado. Cada país tiene su franja de edad, siendo en ciertos casos dispar entre hombres y mujeres. Otros no exigen la edad como tal, sino una cantidad de años trabajados. En la región, Costa Rica es posiblemente uno de los países con la edad más elevada: 65 años para mujeres y hombres. Venezuela, en cambio, maneja 55 para mujeres y 60 para hombres. Siendo esta una de las más bajas, al menos para las mujeres.
El debate en torno a la edad es constante. Si bien los derechos son progresivos, resulta cierto que las generaciones actuales viven más (en promedio) que las pasadas. Y, como la tecnología seguirá evolucionando a un ritmo acelerado, es lógico que todos los procesos vitales se alarguen y posterguen. Si un ejemplo queremos tomar, podemos hablar de uno bastante elocuente: Francisco de Miranda. Quien, a sus 23 años, ya estaba graduado y era Capitán del Ejército. Hoy, de una persona de tan corta edad, no se pretende que haya concluido, ni siquiera, el pregrado universitario. Esto sin contar la especialización, cada vez más necesaria para ser competentes en el actual mercado laboral. Así, mientras que en América Latina pretendemos seguir disminuyendo la edad, en Europa la aumentan. De echo, se espera que para el 2027 sea de 67 años, situación actualmente en 65. Es por ello que, en un futuro no lejano, probablemente la vida será divida en períodos de tres décadas y media: los primeros 35 años para formarse, los siguientes para trabajar y los últimos para retirarse. Todo esto es sumamente debatible.
Ese sueño de que te paguen sin trabajar sigue ahí, latente, esperándolo a uno. Monto que dependerá de tu país, incluso dentro de la misma comunidad. Por ejemplo, resulta común que los Suizos, Ingleses (al menos antes del Brexit) e italianos opten por retirarse en España. Siendo este último considerablemente más económico (y con mejor gastronomía) la pensión les otorga una gran calidad de vida. En Venezuela ese descanso no sirve, puesto la pensión actual es prácticamente inexistente, cosa que no siempre fue el caso. De hecho, durante la pax cadivezca, muchos astutos con doble nacionalidad “homologaron” su pensión venezolana en el exterior, lo que les representaba un muy generoso ingreso y un descanso bastante placentero. Cosa que luego los dejaría en el aire, como a sus connacionales que se quedaron en la patria madre.
Ahora, ¿quién paga esta pensión? En mi opinión se trata de una suerte de “banco”, o al menos debería serlo. El Estado “acumula” unos tributos tuyos para luego retornártelos. Esta es la forma más correcta de verlo, más allá del nefasto mito en donde se piensa que los jóvenes mantienen a los viejos, lo que genera animadversión hacia los pensionados.
Un anticipado retiro
Cuando el sistema funciona nunca falta un astuto que lo quiere violar, aprovechándose de los demás. Así lo hizo una italiana de 50 años trabajadora de la empresa de transporte público romana. La señora pidió una serie de permisos por enfermedad, mientras se mudaba a las Islas Canarias y abría un B&B (apartamento para turistas). Esto en febrero 2020, año y medio atrás, período que vivió tranquilamente en la isla mientras su empresa le pagaba su ausencia, sin realmente encontrarse enferma.
¿Qué la traicionó? Su hibris, que la persuadía a registrar todo en las redes sociales: paseos por la playa, cenas con amigos, fiestas, etcétera. Lo que resultaba extraño para alguien con una ausencia tan prolongada. A raíz de esto se investigó, y se determinó que los certificados médicos eran falsos y que la señora aprovechó los impuestos públicos para percibir un salario, sin haber trabajado.
Estos son casos en los que la realidad inspira a la ficción. Esto de falsificar permisos médicos es bastante usual en Italia. Recomiendo una comedia: Benvenuti al sud (y luego ver la del Nord), en donde se satiriza una lamentable realidad. Mejor reír que llorar.
@NelsonTRangel
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