Caracas, 17 de octubre de 2021
No he visto la última adaptación cinematográfica del agente 007, pero sí las otras 23. De niño, desarrollé un gusto particular por los espías y también por los detectives. Sherlock Holmes siendo mi favorito, teniendo las obras completas de Sir Arthur Conan Doyle desde muy temprano en mi biblioteca. Respecto a James Bond no he leído nada, sólo visto. Y jugado, pues las adaptaciones en videojuegos formaron parte de mi infancia. Pierce Brosnan fue el Bond de mi generación, siendo para mí la mejor representación del agente.
En mi sentencia hay una fuerte carga emocional. Y es que cada quien creció con su propio Bond, una particularidad que ha refrescado al personaje y lo ha hecho vivir más de medio siglo ininterrumpido. Esto, sin crear una enumeración interminable que fastidia. Cada actor que representa a Bond hace una serie que inicia y termina. Luego, cuando es sustituido, se comienza de cero.
El que vino después de Brosnan, Daniel Craig, costó calar. Desde el comienzo surgió una campaña que no quería a un catire ojos azules representando un papel que era exclusivo de morenos. Hoy, poco importa ese discurso. Estamos en un mundo en donde lo políticamente correcto ha llevado a profanar la tez de personajes históricos de la ficción. Así ocurrirá con la sirenita, cuyo creador, Hans Christian Andersen, jamás la imaginó de piel oscura. Poco probable, incluso, que haya visto a alguien así, puesto que se trata de un danés del temprano siglo XIX. Ahora, en la película “real” de Disney Halle Bailey hará el papel.
Y espero que no se me vaya a malinterpretar. Simpatizo con el personaje, sea cual sea, independientemente de su raza, credo u orientación sexual. Pero me cuesta concebir los cambios forzados en ciertos personajes históricos que ya están bien definidos en sus rasgos. La imaginación humana es infinita, con lo cual es mejor crear personajes nuevos, propios, autóctonos, en vez de modificaciones sin sentido.
En fin, volviendo a nuestro agente secreto, Craig terminó calando, por la fuerza, pero ahí está. Ya lleva cinco films, lo que lo pone en el mismo lugar del primer agente, Sean Connery, y sólo por detrás del más célebre, Roger Moore (7). Ahora se abre el debate respecto a su sucesor, puesto que el actor ya tiene más de 50 años, algunas décadas más que el personaje del canon original: Fleming siempre lo imaginó dentro de los 30.
Algo que siempre fascinó del agente fueron los accesorios. Accesorios que se basan en la realidad, puesto que, en plena guerra fría, proliferaron los utensilios para grabar y envenenar. Pocos lo saben y creen que se trata de pura ficción, pero resulta interesante ver el desarrollo que tuvo la KGB y la CIA durante los años de mayor tensión. Bond representa esto mismo, la diferencia es que sus equipos se han actualizado con el tiempo. Siendo quizá el mejor ejemplo su icónico vehículo, el cual pasó a ser un auto eléctrico.
Puede que hoy en día sea más difícil espiar, pero se sigue haciendo. Esta semana el FBI detuvo a un ingeniero de la Armada estadounidense que pasaba información confidencial de varias formas. ¿La más original? Dentro de un emparedado de mantequilla de maní. A cambio, recibía el pago en criptomonedas, dinero muy complejo de rastrear. Si luego de 24 películas los escritores de Bond se quedan sin ideas, les bastará con echarle un ojo a la realidad.
Nota al pie: todo es Corea
En otros temas, también cinematográficos, resulta curioso la fascinación actual con el cine coreano. El ejemplo más emblemático es Parasite, que ganó un Óscar a la mejor película, no siendo esta estadounidense. Al respecto, la crítica llovió, puesto muchos pensaban que un premio gringo de tanta importancia debía permanecer en casa. Incluso algunos argumentaron que un requisito para ganar el Óscar debía ser el hablar inglés.
Esto ha cambiado y los festivales más importantes (sean de donde sean) se han globalizado. Corea está aprovechando el impulso para penetrar Occidente con buen contenido cinematográfico. El último popular, el Juego del Calamar, un thriller de supervivencia dramático. Al igual que Parasite, con una fortísima crítica social, que desenmascara la miseria producto de la pobreza y la enorme brecha social.
Recomiendo ver ambos. Buen cine se encuentra en oriente, lo que demuestra, una vez más, que no todo es occidente.
@NelsonTRangel
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