Caracas, 28 de noviembre de 2021

El periodismo es tan importante -y peligroso- como arma, que este año el Premio Nobel de la Paz fue entregado a dos periodistas: el ruso Dmitry Muratox y la filipina Maria Ressa. Porque su capacidad constructiva -y, a su vez, destructiva- resulta fundamental. Me he propuesto la tarea de hablar de buenas noticias de vez en cuando. Dentro de un mundo en donde el pesimismo parece imperar, he buscado resaltar las cosas buenas que ocurren, y que quizá no tengan la misma cobertura respecto a las trágicas. En el siguiente artículo recojo dos recientes.

La ciudadanía gana

Para ser un héroe basta con tener conciencia ciudadana. La semana pasada, mientras Reino Unido rendía homenaje a los caídos -práctica establecida en 1919 para homenajear a los muertos de la Gran Guerra y que luego se extendería a todos los caídos en general-, un taxista evitó que un día de respeto se convirtiera en tragedia. En Liverpool, cerca del Women’s Hospital, el conductor vio una actitud sospechosa de su pasajero y optó por encerrarlo dentro del carro.

La persona era un terrorista suicida, quien pensaba inmolarse donde conmemoraban a los caídos. El taxista, quien felizmente pudo escapar, lo encerró en el vehículo que luego explotaría en llamas. Los videos son impactantes y la reacción del conductor lo llevó al reconocimiento público. La alcaldesa Joanne Anderson lo tildó de “héroe”, por haber evitado que algo terrible le ocurriera al hospital. Un final feliz cuando la tragedia se evita y los héroes viven para contarla.

La cultura gana

Para los regionalistas nacionalistas, la cultura importa. Al menos la suya, la que juega como un elemento unificador de identidad nacional. Pese a ello, muchas veces sirve de arma propagandística con fines políticos. Así ocurre en Cataluña, en donde la cultura catalana llegó al absurdo de proponer una independencia del territorio español. Absurdo cuando la historia de Cataluña es la historia de España, empezando por la bandera de Cataluña, que refiere a las barras de Aragón. Y pocas cosas hay más españolas que un aragonés.

Pero cuando los nacionalismos están tranquilos, sólo piden respeto y reconocimiento. Así ocurre con Quebec, que es una región de cuidado. Ya han buscando la independencia, pretensión que parece haber quedado en el siglo pasado. Ahora pareciera que se conforman con ciertos reconocimientos, y se indignan rápidamente cuando estos se ignoran. Así pasó Michael Rousseau, nuevo Presidente de Air Canada, quien demostró no saber hablar francés. La noticia generó molestia, pero también asombro. El ejecutivo tiene 14 años viviendo en Montreal, ciudad en donde se encuentra la sede principal de la aerolínea, y no ha sentido la necesidad (según él, no ha conseguido el tiempo) para aprender francés.

Pero en un país avanzado la queja popular llama a la acción, y la empresa privada no queda exenta de escucharla. Air Canada es casi 100% privada, el Gobierno tiene menos del 8% de sus acciones. Pese a ello, la crítica vino también del Primer Ministro, Justin Trudeau, quien dijo que le parecía una situación “inaceptable”. Por todo esto, el Presidente de la aerolínea ya contrató a un tutor, y se propuso aprender el idioma cuanto antes. Un final feliz cuando la cultura gana. 

Nota al pie: creatividad al robar

No todos tenemos que ser criminales para encontrar interés en el crimen. El robo, siempre ha sido un elemento de curiosidad. De ahí surgen novelas como Arsène Lupin o series televisivas como La Casa de Papel. El fetiche por el enriquecimiento súbito, a través de rebuscados métodos y estrategias, han alimentado la creatividad, estimulando las más rebuscadas situaciones.

Sin embargo, hay historias increíbles por su simpleza. Ted Conrad robó, en 1969, $215.000 (equivalentes a $1.7 millones hoy en día) simplemente saliendo por la puerta frontal del banco. El ladrón, quien estaba obsesionado, por cierto, por una película sobre robo: The Thomas Crown Affair (1969)desarrolló su obra maestra así de simple: siendo un trabajador del Society National Bank de Cleveland, esperó al cierre y salió con una bolsa negra con el dinero. Luego, se mudó de estado y vivió una vida tranquila hasta su muerte en mayo de este año. Robar es malo, por lo que el final feliz lo tuvo sólo él.

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