La diplomacia superficial

Caracas, 6 de marzo de 2022

La política no debería interferir en las demás disciplinas, al menos no cuando se trata de un condicionante ideológico. La política es la expresión máxima de la sociedad. La cual, siempre, es plural y diversa. Pensar en politizarlo todo -cine, teatro, música, deporte, etcétera- deja excluida a una parte importante de la población y limita el elemento creador. Esto sin contar que, en ciertas ocasiones, se incurren en bochornosos absurdos.

La idea se me venía en mente cuando terminaba de leer la novela El Maestro y Margarita del autor soviético Mijaíl Bulgákov. La misma se sitúa en el Moscú de los años 30, gobernada en aquel entonces por Stalin. El diablo -Voland- aparece y una serie de eventos mágicos y divertidos toman lugar. Hay criaturas fantásticas y sátira por doquier. Es una novela compleja, que te atrapa de principio a fin. Pero en una época de alta censura, cualquier elemento que le pueda parecer perjudicial al poder viene callado.

Bulgákov no publicó su obra magna en vida. De hecho, ocurrió casi 30 años después de su muerte, en 1967. Y en 1969, en París, sin ningún elemento censurado. Antes de esto -y por miedo a las consecuencias- quemó una parte, luego volviéndola a reconstruir. Y es que “los manuscritos no arden”, frase que le dice Voland al protagonista de la novela cuando intenta lo propio.

El mundo, poco a poco, se está acostumbrando a la censura. Sea gubernamental, sea corporativa, sea colectiva. La última está sucediendo en medio de la guerra rusa-ucrana. Un ejemplo de ello fue el mensaje que le envió el alcalde de Milán, Beppe Sala, a Valery Gergiev, uno de los directores de orquesta más célebres a nivel mundial. El mismo, que se encuentra justo en la ciudad de Sala presentando La dama di picche en La Scala, fue llamado por el alcalde para que tomara posición frente a los actos bélicos de Putin. Valery, siendo un simpatizante abierto del Presidente ruso.

La guerra nos genera eso, una necesidad de cohesión colectiva. El problema es que Valery no es un político, ni tampoco un general. No participará en el conflicto armado ni tampoco defenderá en instancias internacionales los motivos bélicos de su país. Su arma es la batuta, su ejército los músicos y su fin es entretener con alta cultura.

La guerra tiende a ser tan invasiva que deja daños colaterales impropios; mucha veces desenfocándose y perdiendo su virtud. Ya el Jefe de la diplomacia de la UE, Josep Borrell, tuvo que borrar un polémico tuit que se prestaba para la superficialidad: “Sin compras en Milán, sin fiestas en Saint Tropez, sin diamantes en Antwerp”. Habría que agregar “sin presentaciones en la Scala”, y luego decirle “de nada” a Ucrania.

Nota al pie: Rumbo al 2025

La primera ola de COVID no comenzó a finales de 2019 en Wuhan ni se propagó descontroladamente a inicios de 2020 en el norte de Italia. La primera ola de COVID comenzó en Bukhara, una ciudad patrimonio de Uzbekistán en el año 1889. Así lo revelaron ciertos estudios, cuando individuaron que la “gripe rusa”, como se le llamó popularmente, o la pandemia de HCoV-OC-43 fue, probablemente, nuestra primera ola de COVID.

Le decían “rusa” probablemente porque se expandió rápidamente por el Imperio Ruso luego de llegar por tren desde Uzbekistán. Pero también fue pandemia, lo que implica que se esparció rápidamente por todo el mundo. Evidentemente no tan rápido como el COVID-19, que pudo viajar en avión. Pero sí lo suficientemente veloz para lograr ser pandémica. Al final, saldó 1 millón de vidas, cifra considerable cuando vemos que el mundo estaba compuesto por mil millones y medio de habitantes. Su letalidad fue superior al comienzo, luego disminuyó sola hasta desaparecer. Durando seis años en total. 

La analogía entre ambos virus se hace para aprender y proyectarse. Con el COVID está pasando algo similar, siendo el omicrón su versión más suave hasta el momento. De igual forma, la revista Science especula que esto podría acabar en el 2025, con vacunaciones frecuentes anuales y gripes estacionales.

La historia siempre resulta una fuente interesante de información. Sirve para la ciencia y para proyectarnos un futuro. El COVID nos ha quitado el sosiego puesto no avisa su fin. Vive con nosotros desde hace 2 años sin querer irse. El fin de la pandemia se ha especulado incontables veces, ahora siendo la fecha del fin el año 2025. Toca ser pacientes, como si nos quedara de otra.

@NelsonTRangel

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