Caracas, 10 de Julio de 2022

Uno de los primeros artículos que publiqué para este diario fue a propósito de la inauguración de Macron como presidente de Francia. Esto en 2017, cinco años atrás, el tiempo es inclemente en su velocidad. El artículo comenzaba así: ‘François Mitterrand, recoge Marc Bassets en artículo para El País, llegó a decir en su crepúsculo: “Soy el último de los grandes presidentes. Después de mí, sólo habrá financieros y contables’”.

“Su predicción pareció cumplirse cual maldición. Luego de una estabilidad relativa, Francia no estaba urgida de presidentes extraordinarios. La normalidad servía, al menos para momentos normales. No obstante, los tiempos cambian, y un presidente “normal” -como así mismo se vendió Hollande en su campaña de 2012- demostró no ser lo que amerita Francia; quedando así rezagada en su último quinquenio”.

Pensaba, en aquel entonces, que Macron debía ser un presidente extraordinario para tiempos extraordinarios. Pese a ser un candidato del sistema y no, como en el caso de Petro, un antisistema que promete un cambio radical. Y es que no a veces buscar preservar el status quo es un acto osado frente a las amenazas que pueden acechar al poder. En el caso de Macron indudablemente me refería a su adversaria Le Pen, a quien ha derrotado ya en dos oportunidades. 

Regreso a 2017: “Este personaje, de baja estatura y contextura poco significante, no deja de impresionar. Al mejor estilo napoleónico, hace entrada sublime en la casa de Louis XIV, bajo la gloria de sus dos grandes victorias libradas. La primera, su Presidencia; la segunda, la mayoría absoluta en el parlamento. Ahora, con poderes totales, Macron I, convoca en sesión extraordinaria a las dos casas (diputados y senadores), en nada menos que el epítome del absolutismo francés: el Palacio de Versalles, para así echar las bases de su revolución, en marche”.

Macron logró conglomerar más poder que ningún otro presidente francés después de De Gaulle. Estos poderes se le acabaron la semana pasada, cuando pierde su mayoría absoluta en el parlamento y lo deja en la incómoda situación de tener que negociar. Màrius Carol, en un artículo para La Vanguardia lo expresó de manera simple pero acertada: “A Macron se le ha acabado conducir el país con el piloto automático”. Ahora será en sincrónico, teniendo que negociar con las oposiciones para lograr acuerdos. Y de eso se trata la democracia, de la negociación permanente entre las fuerzas políticas para la gobernanza.

Los tiempos fueron para Macron realmente extraordinarios, al menos durante su primer período. No sólo ha tenido que luchar constantemente contra el espíritu antieuropeísta, sino que le tocó lidiar con el COVID-19, vencerla y prevalecer en el cargo. El poder desgasta, y lo hace desde el día uno. Sobre todo, si le agregamos una pandemia, que se ha llevado por delante miles de vidas y el futuro de varios liderazgos políticos. No ha sido su caso, lo cual por sí sólo habla bien de su gestión.

Nota al pie: Proyección política

La proyección es un término que se usa en psicología para describir un mecanismo de defensa del individuo al momento de atribuirle a los demás sus aciertos o desaciertos. Los psicólogos deberían de estudiarlo en el ámbito colectivo, usando de ejemplo el caso venezolano. A propósito de las elecciones presidenciales en Colombia salieron todos los futurólogos augurando la desgracia para el país vecino. Como si se trataran de iluminados del futuro, piensan que saben exactamente cómo se desenvolverán los acontecimientos venideros. El trauma de los venezolanos es tal que buscamos constantemente proyectarnos en realidades ajenas a la nuestra.

La historia no se repite, puesto las condiciones jamás son las mismas. Pensar que un país tendrá el mismo destino que el nuestro es desconocer las particularidades de su sociedad. Las sociedades, como los individuos, son víctimas de sus circunstancias. Las cuales, son irrepetibles. De esto se encargan los estudios culturales, de valorar todas las características de los individuos, por más ordinarias que parezcan para tener una visión más precisa de los procesos históricos. Pero la historia evalúa el pasado, y todavía no conozco la disciplina científica que lea el futuro.

@NelsonTRangel

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