Caracas, 24 de Julio de 2022
Hace casi un año, escribía sobre la nueva adaptación del agente 007. Reconocía no haberla visto, pero sí las otras 23. Mi gusto por los espías es todo menos original. La fascinación que existe hacia ellos ha inspirado a los autores más creativos y a los personajes más increíbles. Y no sólo espías, sino detectives, siendo el favorito de muchos, Sherlock Holmes. Así, desde pequeño leí las obras completas de Conan Doyle, las que repaso cada vez que tengo tiempo. Es cierto que un espía y un detective no son lo mismo, pero siempre los he visto como primos. Quizá por la elegancia de los métodos deductivos y la sagacidad en medio de la aventura.
Sigo sin ver el último film de James Bond, quizá porque mi admiración vino en declive después de Pierce Brosnan, el Bond de mi infancia. Quizá porque el mundo actual no vea a los espías como una necesidad. Ahora, los espías son inalámbricos y se manejan desde un computador. Son softwares (o malwares) que atacan las computadoras y obtienen más información que cualquier agente encubierto. Ahora los espías no han de vestir trajes Zegna, ni manejar Aston Martin. Tampoco hablar varios idiomas, más allá del de la programación.
En otros tiempos quedarán esos increíbles accesorios, los cuales se basaron en la realidad. En plena guerra fría, proliferaron los utensilios para grabar y envenenar. Pocos lo saben y creen que se trata de pura ficción, pero resulta interesante ver el desarrollo que tuvo la KGB y la CIA durante los años de mayor tensión. Bond representa esto mismo, la diferencia es que sus equipos se han actualizado con el tiempo. Siendo quizá el mejor ejemplo su icónico vehículo, el cual pasó a ser un auto eléctrico.
Es por ello que los espías viven, sobre todo, en el pasado. Y sus historias siguen siendo fascinantes de rememorar. Leía hace poco la del actor inglés Leslie Howard, quien tuvo un papel interesante durante la Segunda Guerra Mundial. Howard fue un actor de renombre durante los años 30, con adaptaciones célebres como La Pimpinela Escarlata, Romeo Ashley Wilkes, pero su carrera vería un giro inesperado cuando empezara a interpretar a un James Bond de la vida real.
Su nuevo patrono se volvió el gobierno británico, su papel el de un espía y su misión: persuadir a Franco para que no se le ocurriera entrar con Hitler en la Segunda Guerra Mundial. La participación de los ingleses en esta materia fue conocida, la de la diplomacia de guerra que funcionó de manera espectacular. Una diplomacia que no sólo necesitó de buenos argumentos, sino de mucho dinero para que el Generalísimo se quedara quieto.
Lo que desconocía era que Howard fue uno de esos mensajeros del gobierno inglés. Hasta que su coartada se develó y, mientras iba a España a dar una supuesta conferencia, fue abatido su avión por las fuerzas nazis. Hasta ahí su carrera, interrumpida por el destino luego de desempeñar el papel más peligroso de su vida.
Nota al pie: minerales hostiles
Yakutsk, al parecer, en Siberia, es la ciudad más fría de Rusia. Con temperaturas que bajan hasta los -50 grados Celsius y con un agradable verano de -20, es una ciudad con condiciones hostiles. Pese a ello, viven 300.000 personas y vemos edificaciones sólidas, distintas a los palacios de hielo que nos podríamos imaginar.
Las tuberías de gas son aéreas, las de agua se congelan. Los automóviles se dejan encendidos las 24h para que no se congelen sus líquidos y los arropan con mantas. Las necesidades fisiológicas muchas veces se hacen en la calle, puesto las tuberías se suelen congelar. Las pestañas se congelan y los labios se pintan de morado fácilmente. En fin, toda una situación de supervivencia dentro de la cotidianidad.
Pero Rusia, que hemos aprendido que su vasto territorio es todo menos ocioso, tiene en Yakutsk el 30% de las reservas de diamantes del mundo. Esto genera que el sitio sea de riqueza e interés para sus habitantes, que están dispuestos a sobrevivir la hostilidad del frío con tal de beneficiarse de las enormes reservas minerales.
En el mismo orden de ideas, Uganda señaló hace poco que descubrió unos yacimientos de oro equivalentes a 31 millones de toneladas. Nunca en la historia de la humanidad se ha extraído tanto oro. Esto en Karamoja, un pobre pueblo que confina con Kenia. Y, por contraste, con mucho calor en vez de frío. No sabría decir qué es peor.
@NelsonTRangel
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