Caracas, 23 de octubre de 2022

El guiño que hace House of the Dragon al papel de la mujer nos recuerda que la disparidad de género en la política siempre ha existido. Para quien no haya visto la serie, lejos está mi intención de spoilear. Una escena, en cambio, mucho más actualizada la tenemos hoy en día. Pese a que en la actualidad los cromosomas no son un justificante para no quererse dejar gobernar, y mucho menos para no querer obedecer. Seguramente Berlusconi comparte la misma preocupación de Otto Hightower, la mano del Rey, ante la designación de Rhaenyra Targaryen como sucesora al trono. Una mujer no podría llevar las riendas del poder lo que generaría revuelos en el Reino. En su caso, con Meloni, primera mujer en liderar un país que se acostumbró a llevar él. 

A Berlusconi le molestaba, de por sí, que otro hombre se sentara en su puesto,  imagínense una mujer. Ni hablar que no lo escucharan, cosa que hizo Meloni al negarle el Ministerio a Licia Ronzulli. La política en democracia es así: da vueltas y sienta en la silla del poder a quien menos te esperas. Por ello hay que negociar, así el adversario no nos guste, y guardarnos el mal sabor en nuestro interior.

O expresarlo en privado, desahogándonos con una almohada, saco de boxeo o pedazo de papel. Esta última fue la vía del ex Premier, quien sobre la hoja puso “Meloni”, dos puntos y una lista de sus consideraciones. Arrogante, prepotente, ofensiva y ridícula (este último lo tachó).

Las cámaras lo capturaron, sino no estaríamos hablando de ello. Y el escándalo se desató. Berlusconi vuelve a la política después de años de inhabilitación y condena por fraude fiscal y prostitución de menores. Cargos nada sencillos, lo que en cualquier otro lado lo hubiesen condenado al olvido político. Sin embargo retorna, en un país cuya política cuesta comprender. Su primer gesto es una malcrianza, que al menos nos generó una risa. Poco importa, ya que sigue siendo el pasado y las últimas elecciones lo demostraron. El futuro es mujer y es Meloni. Una conservadora cristiana de derecha, con un discurso materno que quiere llevar a Italia como si de su hijo se trata. Dicho por ella.

Es la antítesis de Berlusconi, hombre machista, casado con una mujer que podría ser su nieta, condenado por delitos terribles. Meloni se vende como una puritana: lo que generó que el Vaticano (que tienen peso dentro de la política italiana) la apoyaran inmediatamente. 

No podemos decir que Italia se ha siempre inclinado por los extremos. Al contrario. Conte y Draghi eran bastante ecuánimes, y lamentablemente no sobrevivieron a la turbulencia. Es como si la inestabilidad gustase dentro de la política italiana, que, después y antes de Berlusconi, ha tenido gobiernos cortísimos incapaces de cumplir períodos completos. Ahora le toca a la madre de los italianos, a la Meloni. De quien por los momentos me reservo mayores comentarios, pese a tener reservas con los que quieren hacerse pasar por puritanos.

Nota al pie: Un mandatario normal

De nuestros gobernantes esperamos siempre lo extraordinario. Que sean los primus inter pares, los primeros entre los iguales. Y no sólo desde la responsabilidad y potestades que tengan, sino que también buscamos referencias morales; muchas veces absurdas. Son personas, pero queremos super humanos. Sus errores los condenamos y crucificamos en el altar de la opinión pública. 

El mes de agosto fue el mes de Sanna Marin, la primera ministra de Finlandia. Y no precisamente por cuestiones célebres. Al contrario, la crítica fue feroz ya que cometió el error de “ser humano, anhelar la alegría, la luz y el placer en medio de nubes oscuras”. Así mismo dijo, luego de que la vieran festejar con amigos como si de una persona de 36 años se tratase. Su pecado es ese: querer tener una vida privada dentro de la palestra pública. Según ella, no ha faltado a un solo día de trabajo, tema irrelevante cuando se le ha visto de fiesta.

A Boris Johnson se le criticó mucho el partygate, pero no por querer beber un buen scotch con sus amigos, sino por hacerlo en medio de la pandemia, con restricciones fuertes de cuarentena a sus ciudadanos. Quizá de haberse dado en medio de una normalidad, no le habrían criticado, porque se comprende que un político pueda querer distraerse. Salvo que seas joven y mujer. 

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