Caracas, 11 de diciembre de 2022
Cada año por estas fechas suelo revisar qué escribía los años anteriores. Es una ventana a mi pasado: a cómo veía la vida, a cómo era la situación del momento. Mucho ha cambiado. Hace un año todavía vivíamos en pandemia y encuarentenados en casa. Hoy, el COVID desapareció de facto, o al menos así parece. Ya no es una cuestión de vacunas ni de medicinas. Descubrimos que la única manera de vencer al COVID es ignorándolo y dejando de mencionarlo. Lo matamos con nuestra indiferencia.
Pero precisamente hace un año, el 9 de diciembre de 2021, escribía sobre una empresa lo siguiente: “No deja de sorprenderme cada vez que veo una actitud política de parte de una empresa privada. Y, más aún, geopolítica. Decathlon, S.A, el coloso francés de indumentaria deportiva, dejó de vender canoas en el norte de Francia por temor de que los migrantes las usen para cruzar hacia Reino Unido. La decisión, tal y como reseña la nota de prensa del diario El País, ‘llega después de que casi 1.200 personas intentaran atravesar el Canal de la Mancha en un solo día la semana pasada’. Esto, dos semanas atrás. Cifra escandalosa si consideramos que en todo 2020, fueron 9.500 las personas que migraron de forma ilegal a través de esta vía”.
En aquel entonces se trataba de una medida extraña, pero algo sensata, que no buscaba generar escándalo, pese a conseguirlo. Y es que dentro de la cultura de la cancelación todo es posible y las empresas han de tener cuidado con lo que hacen (y dejan de hacer) para no terminar en el paredón de la opinión pública. Aunque algunas se salen con la suya, incluso durante años.
Fue el caso de Balenciaga, que al parecer estuvo enviando mensajes confusos a través de sus campañas publicitarias durante años, pasando desapercibida. La situación explotó con su última campaña promocional, en donde se veía a niños desconcertados sujetando ositos de peluche vestidos con indumentaria BDSM. Pero eso no era todo. Los ojos críticos lograron individuar documentos que salían en las fotos y que hablaban de “sexo virtual con menores”. Al igual que otros que anunciaban noticias de niños desaparecidos en los EE.UU. Sin contar ciertas referencias satánicas como “BAALENCIAGA”, con dos A (BAAL) y algunos dibujos bastante perturbadores.
La marca saltó inmediatamente a disculparse, pero el frasco ya estaba abierto. Los usuarios empezaron a revisar las campañas anteriores y, para mayor sorpresa, se dieron cuenta de que era un patrón de la marca. Guiños a Michael Borremans, cuyo arte perturba; y trabajos de Lotta Volkova, que basta con ver sus redes para sentirnos, cuanto menos, incómodos.
Lo impresionante resulta ser que, en el mundo de la cancelación, los colaboradores de Balenciaga guardaron silencio. Sólo Kim Kardashian dijo algo tibio: que repasaría su relación con la marca. De resto, Balenciaga tuvo que pedir disculpas, dos veces. Llegando incluso a borrar todo el contenido de su Instagram, ignorando que lo que una vez algo transita la internet, queda para siempre registrado.
Balenciaga suele ser una marca polémica, pero no por su obsesión con los niños. Sino por sus productos ridículamente costosos. Y con “ridículo”, no nos referimos sólo al precio, sino al artículo. Son expertos vendiendo literalmente basura -o, bolsas de basura- por precios elevadísimos. También zapatos usados, desgastados y a punto de tener que ser desechados. Pero esta es la magia del mercadeo, que le otorga valor a cosas que, en teoría, no lo tienen. Pero mucho cuesta comprender el mercadeo satánico infantil del cual, además, son cómplices decenas de personas que trabajaron en él, y no les pareció para nada extraño. Una historia de película conspiranoica.
Nota al pie: Traumas
Según la RAE, un trauma refiere a un “choque emocional que produce un daño duradero en el inconsciente”. Nada más preciso para describir lo que significaron los años 2016, 2017 y 2018 en Venezuela. Ahora, un trauma se activó esta semana, cuando la SUNDDE anunció el precio máximo de 42 productos de la alimentación básica, medida que nos remonta a la época de escasez e inflación descontrolada.
@NelsonTRangel
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