Caracas, 29 de enero de 2023
Imaginen ser uno de los criminales más buscados de Europa, fugado de la justicia por más de 30 años. Condenado desde el 2002 por la muerte de decenas de personas. Líder de uno de los carteles de droga más grandes del mundo y jefe de una organización criminal internacional. Pensaríamos, al menos, que una persona con este perfil estaba escondida en un hueco bajo tierra. Que, como el Chapo en su momento, cavaba túneles desde baños para escapar. O, como Pablo Escobar, tenía fuertes mansiones resguardadas por cientos de “soldados” armados. Pero no, imaginense ser Matteo Messina Denaro, Boss de la Cosa Nostra y vivir tranquilamente en tu humilde casa, situada en el mismo pueblo en donde naciste.
Matteo Messina Denaro (Castelvetrano, 1962) fue arrestado en una clínica de Palermo, en Sicilia, donde estaba tratándose un cáncer. Como si de un ciudadano común se tratase, iba al médico, al bar, a los restaurantes, tenía una vida social normal. Caminaba tranquilamente por la calle sin que pesaran sus asesinatos. Su captura es vista como una gran victoria para el Estado italiano, aunque debería ser una vergüenza en las condiciones que se da. Su domicilio era el mismo de hace meses, sencillo, sin escondites. Tenía otro a 400 metros, que si gozaba con una pared falsa para refugiarse. Pero no lo usaba, total, ¿para qué?
En su casa tenía un póster de El Padrino, aquella trilogía legendaria de Francis Ford Coppola, basada en la novela de Mario Puzo. Se creía probablemente Marlon Brando, o al menos lo tenía como inspiración. Una figura con vida social, respeto y auctoritas, independientemente de los crímenes que hubiese cometido. Y que seguía cometiendo, ya que la Cosa Nostra no es una organización del pasado ni su Jefe se encontraba en pensión. Se trata de una “empresa” plenamente activa.
Pero más allá de la indignación, el mundo se puede contentar con que la justicia tarda, pero llega. La operación de captura fue bautizada como “Tramonto” (atardecer), nombre de una poesía que escribió Nadia Nencioni, una niña de seis años que murió debido a una bomba ordenada por Denaro en 1993. Veinte años después de la muerte de Nadia, esperemos que haya sido el último tramonto que verá Messina Denaro fuera de prisión.
Nota al pie: Apetitos
Uno podrá pensar que un secuestro exprés son aquellos que vivíamos con frecuencia en Venezuela: duraban poco y estaban destinados a un canje monetario inmediato. Algo de planificación tenían, pero tampoco tanta. No estaban destinados a una persona de alto perfil, eran aleatorios y lo que buscaban era una compensación económica fugaz.
No conocemos las estadísticas, puesto no las hay, pero la percepción es que han disminuido considerablemente. En el pasado, era un crimen común, que afectaba constantemente al entorno de uno. Muy angustiantes, sin duda, ya que el peor desenlace siempre era una posibilidad.
Pero un secuestro exprés, a lo Estadounidense, parece ser distinto. Al menos eso vimos en Washington, la semana pasada, a través de las cámaras de seguridad de un negocio de comida rápida. Luego de entregado el pedido, la camarera se acerca por la ventanilla a dar el vuelto. El conductor la toma por el brazo y la intenta halar con fuerza hacia el vehículo. Todo duró menos de medio minuto, pero el susto fue real y las preguntas abundan. ¿Para qué secuestrar a una camarera con la que no se tenía relación? ¿Realmente el conductor pensaba que podía sacarla de esa manera por la ventanilla? La esquizofrenia social no deja de sorprender.
Al parecer el concepto del negocio es servir comida en trapos menores, las camareras teniendo que vestirse de bikini. Es probable que el impulso del individuo (quien ya fue capturado, gracias al grandísimo tatuaje que se le vio en su antebrazo), haya sido plenamente lujurioso. Demostrando que los apetitos de algunas personas los hacen más cercanos a las bestias que a los propios humanos. Una vergüenza.
@NelsonTRangel
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