Caracas, 5 de febrero de 2023

Beber del Santo Grial ha sido siempre una tentación humana. La juventud eterna, la vida eterna, la belleza de los pocos años. “Posee usted la más maravillosa juventud. La juventud es lo más precioso que se puede poseer”. Le dice Lord Henry Wotton a Dorian Grey. Un hedonismo superficial que nos enseña como el verdadero misterio de la vida se encuentra en lo visible y no en lo invisible. Otra frase del libro.

Es posible que el multimillonario de 45 años, Braian Johnson, sea un lector de Oscar Wilde y comparta que la belleza no tiene que ser explicada, sino percibida a través de la observación. Por eso invierte 2 millones de dólares al año para mantenerse no sólo de la misma edad, sino más joven. Según sus cálculos ha retrocedido el tiempo en los últimos dos años. Y, en vez de envejecer, ha rejuvenecido 5,1 años.

Pero no todo es dinero y tampoco la asistencia de 30 personas que lo acompañan en su experimento serían suficiente. También es dedicación y sacrificio. Se despierta a las 5 de la mañana rigurosamente, todos los días. Toma una cantidad de suplementos alimenticios, entre los que se encuentran algunos integradores: pastillas de cúrcuma, de pimienta, jengibre y varias enzimas. Luego hace una hora de gimnasio con 25 ejercicios. Se hace exámenes diarios, resonancias magnéticas, come sólo comida sana y vegana. Es la esclavitud de la disciplina. Usa lentes que no son para leer, sino para proteger su vista de las ondas de luz azul. Entre muchas otras cosas.

Wotton, en el Retrato de Dorian Grey, es un hedonista a capa cabal. Admira la juventud y la belleza en todas sus formas, pero también los placeres de la vida. Entre ellos, está el comer. “Suficiente es tan bueno como una comida, más que suficiente es tan bueno como un festín”. Es probable que Johnson sólo haya leído la parte de la obra que le interesó. Y la más aburrida.

Este Dorian Grey moderno no es el único millonario que quiere vivir para siempre. Jeff Bezos (Amazon), Larry Page y Sergey Brin (Google), entre otros, son algunos de los que se percataron que no les bastaba una vida para gastar toda su fortuna. Por lo que invierten unos 3 millones de dólares al año en laboratorios que se encargan de la regeneración celular. Esto, para algunos, no es sólo frivolidad, sino trabajo. Al menos lo vemos con el caso de los deportistas Johan Clarey, Novak Djokovic, LeBron James, Bryan Johnson, entre otros, que hacen uso de estos métodos para un rendimiento más prolongado en su actividad física y, por ende, en su trabajo.

Nota al pie: Percepción de seguridad

El otro día, un queridísimo amigo que emigró hace muchos años a Londres me comentaba, con profunda preocupación, sobre el alto índice de inseguridad de la capital inglesa. Decía, incluso, que le daba miedo caminar por la calle y visitar los centros turísticos. Mencionaba, sobre todo, el tema del robo de relojes de lujo. Comentándome que la policía recomendaba no usarlos, para evitar pasar un mal rato.

En contraste con su llamada, recibo una nota de voz de otro amigo que vive en Caracas. El contenido es irrelevante y lo que interesa es el contexto. Se escucha el ruido de la calle, los carros pasar y, dentro de sus comentarios, se encuentra un: “estoy caminando por la calle”. Si alguien me hubiese dicho seis años atrás que por Caracas se podría caminar hablando por teléfono, le habría creído. Pasamos de esconder el celular debajo de nuestro regazo mientras manejábamos, a sacarlo en la calle con relativa tranquilidad. Es evidente que Caracas no es más segura que Londres. Pero también resulta interesante ver como la inseguridad tiene un alto grado de percepción. Por eso el contraste en las historias.

Más allá de las percepciones, las cifras resultan interesantes. El Observatorio Venezolano de Violencia calcula que en 2022 hubo 10.700 muertes violentas y 2.300 homicidios, los números más bajos desde 1996. Es decir, pasamos de 90 muertes cada 100.000 habitantes a 35. Un tercio respecto a 2017. Cifra aún elevada, pero que da cierta tranquilidad y respiro a una ciudad que anhelaba normalidad.

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