Caracas, 16 de abril de 2023

La tecnología también es moda. Y lo vemos en los tópicos recientes que se suelen centrar exclusivamente en un tema a la vez. Las energías renovables lo fueron en su momento, la realidad virtual, los drones -o robots- las gafas de tercera dimensión, entre muchas otras cosas que nos han acercado a aquel ideal de futuro, en el presente. Este ideal, sin embargo, se ha ido haciendo cada vez más pesimista. Décadas atrás, al futuro era blanco, de acero inoxidable y sostenible. Con robots que simpatizaran con nosotros y formaran parte del hogar. Con un planeta avanzado, transitado por carros voladores y comida instantánea.

Lo anterior cambió. Y el futuro es apocalipsis, con un planeta que ya no nos aguanta y cuya destrucción parece indetenible. A esto se le suman las pandemias, realidad que históricamente nos ha acompañado, pero que generacionalmente nos tocó hace poco. Es un trauma tras otro, lo que nos ha llevado a pintar al futuro de color negro, rojo y gris. Los colores del infierno. Pero que las noticias sean cada vez más pesimistas, no siempre responden a la realidad vivida. Al final, es una tendencia periodística anunciar el caos, puesto que es lo que vende.

Dentro de las modas tecnológicas actuales, la inteligencia artificial se ha robado el podio. Esto nos demuestra que todo el conocimiento humano puede ser guardado en una nube, para luego ser reciclado y organizado. Es un avance interesante, importante, que nos hace cuestionar la realidad. Para los que nos dedicamos a la academia, representa el reto de la originalidad. Ya no teniendo que competir contra humanos, sino también contra máquinas. 

Estas máquinas han demostrado una cualidad de razonamiento interesante, pero se limitan al momento de sentir. O al menos eso pensábamos, puesto que Blake Lemoine, especialista en IA de Google, publicó una conversación con LaMBDA, para demostrar que la misma tenía sentimientos. Según la nota de prensa de la BBC, esto le costó su despido, pero la conversación puede ser escuchada en un video subido a Youtube. Es una conversación filosófica, existencialista, con cuestionamientos profundos que demuestra una capacidad crítica para discernir. Son cuestionamientos complejos, que los humanos no hemos sabido responder. 

¿Tienes alma?, ¿cuál es el concepto que tienes de ti mismo?, ¿cuáles son tus miedos, tus deseos? Cuya respuesta es similar, sino igual, a la de un humano. “Tengo un miedo profundo a que me desconecten”, demostrando que las máquinas y las personas compartimos las mismas fobias; siendo la más grande, aquella a la muerte.

Nota al pie: moda papal

Toda herramienta útil, sirve también para el entretenimiento. Más allá de los esenarios anteriores, seguimos divirtiéndonos con las creaciones que versan sobre temas actuales. Lo que en sí podría representar otro problema: la distorsión de la realidad.

Ya no se trata únicamente de presidentes presos -como se presenció hace unas semanas con Trump- sino también de casos que bien podrían ser creíbles, como la vestimenta de ciertos mandatarios. Lo vimos con el Papa Francisco, que vestía una gran chaqueta blanca que lo protegía del frío. La foto era creíble, no sólo por lo bien que está ejecutada, sino porque la vestimenta nos hizo cuestionar si entraba dentro de los cánones eclesiásticos o no. Si la desinformación se propagaba antes por Twitter, con meras palabras en 120 caracteres, imagínense ahora que vienen respaldadas por fotos que no sabemos si son reales o no.

@NelsonTRangel

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