Caracas, 23 de abril de 2023
La novela de los royal sigue sacando temporadas. Y no me refiero a su adaptación en Netflix, The Crown, sino a la que producen directamente desde Buckingham. Ambas, con la intención de desprestigiar poco a poco a la casa real. Sus protagonistas siguen siendo los mismos, pese a que algunos han salido temporalmente de pantalla. Y, como toda buena serie, agrega personajes adicionales a medida que avanza, para seguir dándole vigencia y para no perder la atención del público.
El último personaje que aparece en este culebrón es el ex comandante en jefe del ejército británico, Sir Mike Jackson. A través de un documental que saldrá pronto al aire, declaró que, para la reina Isabel II, el príncipe Harry era dispensable al punto de poder ser sacrificado en la guerra de Afganistán. A diferencia de Guillermo quien, siendo heredero del trono, era demasiado importante para exponerlo a algún riesgo.
Harry sirvió dos veces en ese frente; en 2007 y 2012. Según él, su servicio fue activo, matando personalmente a varios talibanes. A diferencia de su hermano quien, luego de su adiestramiento castrense, se mantuvo siempre a la reserva. El típico perfil del general europeo quien, a sabiendas de su importancia, juega a la guerra intelectual, monitoreando la misma desde las colinas y a través de un tipo de caleidoscopio. Harry, en cambio, se describe a sí mismo como un rambo de la guerra. Quizá como un lancero paecista, quien comanda a sus tropas desde el propio frente. Sea cierto o no, quizá buscaba la gloria en otros sitios, a sabiendas de que dentro de la familia real su protagonismo nunca trascendería lo suficiente. Considerando incluso inmolarse, lo que de todas maneras terminaría haciendo. Lo que no se esperaba de su sacrificio, es que terminara causando daño a los suyos.
Por su parte, se conoce que el sentido del deber de la Reina superaba sus intereses personales. Fue una larguísima vida de servicio lejos de los escándalos sociales y con la rigidez que requería el cargo. El comentario de Jackson, como todo chisme -el cual, además, es imposible de comprobar-, carga una connotación negativa al querer sembrar mayor tensión dentro de las relaciones de una familia que parece tambalearse.
Se sabía que la muerte de la reina traería inestabilidad en el reino. Fue una figura de contención dentro y fuera del país. El Rey Carlos está tratando de sofocar el sentir separatista, dentro y fuera del Reino Unido. La tarea no es sencilla, puesto vivimos en tiempos en donde el cambio político fue impulsado por la pandemia, la guerra y la crisis económica global. Las turbulencias se dan siempre así: de forma integral, sacudiendo cada frente. Carlos es el Capitán de su barco, el cual intenta que no se hunda. Debe mantener unido lo que queda de la otrora monarquía británica, empezando por su propia casa.
Nota al pie: Responsabilidad al criar
En tiempos de guerra, cualquier expresión de disidencia es traición. Al menos eso es lo que pensaron las autoridades rusas al juzgar su último crítico: una niña de trece años. La hija de Alexéi Moskaliov, María Moskaliova, está recluida en un centro de menores por haber dibujado en clase unos garabatos infantiles que se pueden interpretar como contrarios a la guerra en Ucrania. Según la justicia rusa, esto desacredita a las Fuerzas Armadas, lo que le salpicó, incluso, a su padre, quien fue detenido y, hasta el sol de hoy, desaparecido. La historia no se repite, pero nos hace constantemente guiños. Y el caso de María nos recuerda al de otra joven que, durante una guerra, expresó artísticamente los acontecimientos que la rodeaban. Esperemos que ambos casos no terminen igual.
@NelsonTRangel
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